martes, noviembre 26, 2024
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Fugitivos

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No son refugiados, pues no hallan refugio, ni desplazados, ni inmigrantes, sino fugitivos. Huyen de la guerra. Esto es, del hambre, de la sed, del terror, de las explosiones, de los escombros, de la tortura, de la muerte. Miles, centenares de miles de familias, los padres, los niños, los bebés, los abuelos, huyen por las montañas, por los desiertos y por el mar tenebroso. Muchos sucumben despeñados, deshidratados, ahogados, pero los que logran llegar a las playas vacacionales de Europa, donde las montañas son bellas postales iluminadas en la lejanía, el desierto la fina arena de las propias playas, y el mar un lecho azul, aquietado y hermoso, se encuentran con que quienes las habitan no les reconocen como personas.

La palabra humanidad no significa gran cosa, pero, cuando menos, Europa debería recordar a sus propios fugitivos

No son refugiados como no lo eran los centenares de miles de civiles españoles que huían en el 39, congelados, ametrallados y exhaustos, por los Pirineos, ni los franceses, poco después, ante el avance de los soldados alemanes, ni las familias de éstos, al cabo, ante el de los rusos, que portaban la memoria de sus 20 millones de compatriotas asesinados por el furor nazi, al término de la II Guerra Mundial. Todos ellos eran, como estos hermanos sirios e iraquís que arriban, los que consiguen arribar, a las costas de Europa, fugitivos. Como entonces, la palabra humanidad no significa gran cosa, pero, cuando menos, Europa debería recordar a sus propios fugitivos, reconocerlos en éstos que arroja otra guerra a sus fronteras, y, siquiera por pragmatismo, por egoísmo, por amor propio, defender la civilidad que dice encarnar auxiliándoles pronta y dignamente.

Pero Europa está regida por individuos como Angela Merkel, ayunos enteramente de bondad y empatía. Si ante la angustia y las lágrimas de una niña palestina que iba a ser deportada con su familia, y devuelta al infierno de Gaza, vino a soltar un «a joderse, bonita», ¿qué se puede esperar que sienta o que haga con esas miles de familias fugitivas que pugnan por subirse a trenes atestados cuya estación término es el muro infranqueable que está levantando Hungría?

Rafael Torres

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