Las elecciones que se celebrarán en Cataluña el próximo día 27 tienen una trascendencia política evidente. Primero, porque los partidos favorables a la independencia, es decir los que integran la candidatura «juntos por el sí», quieren dar a estas elecciones un carácter plebiscitario y no quedarse en una mera elección del Parlamento de Cataluña. Los partidos contrarios a la independencia rechazan obviamente ese carácter plebiscitario pero saben que en términos políticos, lo que se recontará la noche electoral serán los escaños y votos favorables a la independencia y los que están en contra.
Pero a nada que los resultados les sonrían a los impulsores del proceso secesionista, estos seguirán con su «hoja de ruta»
El desafío secesionista lanzado por Mas y apoyado por el líder de ERC, Oriol Junqueras, tendrá el domingo 27 de este mes una etapa o estación muy importante. Si los resultados no les son favorables -por ejemplo, si el número de escaños independentistas no llega a tener la mayoría en el Parlamento o el porcentaje de votos está muy por debajo del 50%- fin de la historia. Pero a nada que los resultados les sonrían a los impulsores del proceso secesionista, estos seguirán con su «hoja de ruta», consistente en desafiar al Estado de Derecho, porque en nuestra Constitución no cabe ni la independencia de una parte del territorio nacional, ni mucho menos es admisible una declaración unilateral en ese sentido, como han anunciado que harán a nada que puedan, Mas y Junqueras.
A tres meses de unas elecciones generales en España, lo que pase el domingo 27 en Cataluña será como una especie de primera vuelta de aquellas. Y las cosas no pintan bien para ninguno de los dos partidos nacionales que hasta ahora se han alternado en el poder: el PP y el PSOE. Los populares, mejor dicho Rajoy, decidió a finales de julio cambiar de candidato y sustituir a Alicia Sánchez Camacho por el exalcalde de Badalona, Xabier García Albiol. Sin duda era necesario ese cambio, pero las expectativas de voto, aunque han mejorado en estas semanas, sitúan al PP como quinta fuerza política, con menos del 10% de los votos y con una horquilla de 10-13 escaños de un total de 135 que integran el Parlamento de Cataluña. Al PSC las cosas no le van mucho mejor, porque siguen en la más plena indefinición: unos días son nacionalistas, otros quieren ser un poco más españoles y las más de las veces hablan del federalismo asimétrico, que nadie sabe muy bien que es ni en que consiste.
El desafío independentista planteado por Convergencia y ERC supone un grave problema político al que tendrá que hacer frente el actual Gobierno de Rajoy si las urnas el 27-S arrojan un resultado favorable a los secesionistas y que heredará el gobierno salido de las urnas de las generales que a día de hoy no se sabe si seguirá siendo del PP o uno de izquierdas integrado por el PSOE y Podemos y si fuera necesario con el apoyo de grupos nacionalistas.
Cayetano González