La construcción parece que de nuevo vuelve a convertirse en el motor de la economía, aunque no en el único. Los últimos datos del INE hablan de aumento de los precios del 4 por ciento en el segundo trimestre del año, tasas de 2007 y una compraventa de viviendas en julio que ya encadena 11 meses al alza. De hecho, el sector contribuyó con un 5,8 de tasa de variación, junto con el consumo, al crecimiento de la actividad económica hasta el 3,1 por ciento que ya nos sitúa en niveles pre crisis. También la contribución al empleo es notable, tres veces por encima del aumento del PIB. Vistos estos datos la tentación es advertir que la economía española no ha hecho muchos deberes sobre cambios en el modelo productivo. Sin embargo, sería injusto no dejar claro que también la industria y por supuesto el turismo están tirando del empleo y la actividad, amén de resaltar el incremento espectacular de empresas españolas que ahora exportan.
Hace unos días mi compañero y sin embargo amigo John Müler se refería en un artículo a que la construcción y el turismo son las estrellas del PIB, «viejas estrellas que no se sabe cuánto darán de sí». Y en términos generales y estadísticos tiene razón. Sin embargo, no parece que se vislumbre en el horizonte ningún síntoma de recalentamiento. Puede ser que este tercer trimestre el PIB no crezca un 1 por ciento, quizás lo haga algo menos. Los problemas que arrastra la economía china, pero sobre todo su efecto en economías emergentes, puede hacernos daño, también la ralentización prevista también para el conjunto de la eurozona.
A lo que hay que estar más atentos es ahora mismo al riesgo político que entraña una hipotética declaración de independencia por parte de los separatistas catalanes
En todo caso, discusiones de décima arriba, décima abajo, a lo que hay que estar más atentos es ahora mismo al riesgo político que entraña una hipotética declaración de independencia por parte de los separatistas catalanes si el resultado de las elecciones del 27-S les es favorable e incluso a la posibilidad de que tras las elecciones generales de diciembre, la fragmentación resultante nos llevara por el camino de una alianza del PSOE con la izquierda radical. Cierto que Podemos, por ejemplo, intenta vestirse de cordero, con políticas menos radicales. Los podemitas renuncian a la renta básica, a la jubilación a los 60, pero contratan al economista Piketty cuyo modelo pasa por aumentar el gasto público hasta el 68 por ciento del PIB y el impuesto de la renta a los «ricos» hasta tipos del 80 por ciento. Es decir, llevar a la economía española de nuevo al desastre, a la casilla de la salida. El baile acaba de empezar y muchos aún no han escogido pareja.
Carmen Tomás