De nada sirve que Mas y su partido CDC se amparen tras la pantalla de la supuesta persecución del Estado Español por su apuesta independentista. La corrupción, que llena de sospechas sus siglas, era conocida por sus dirigentes desde el año 2013, cuando un cargo de Torredembarra hizo llegar un escrito a su sede contándoles las irregularidades que se estaban cometiendo y como un juez del Vendrell había abierto una investigación.
La corrupción, que llena de sospechas sus siglas, era conocida por sus dirigentes desde el año 2013
La entrada de los agentes en los locales de Convergencia no es en absoluto una maniobra preelectoral para cargarse la candidatura pro independencia; es la consecuencia de unos hechos que resultaron ser solo la punta del iceberg de una trama de financiación a través de grandes empresas que conseguían jugosos contratos de la Generalitat y de los ayuntamientos de CiU.
En el caso de la empresa Teyco se da, además, la circunstancia de que su promotor fue uno de los fundadores del partido de Artur Mas y que en el despacho de su hijo es donde se ha encontrado un documento fundamental para probar la financiación ilegal. Lo que demostraría que los «cachorros» de las viejas glorias del nacionalismo catalán se forraron gracias a los contratos espurios, como ocurrió también con los hijos de Jordi Pujol.
Es la vieja historia de las «mordidas» del 3% que ahora los jueces están demostrando que eran ciertas. Tampoco vale que en su última comparecencia parlamentaria, y precisamente preguntado por este tema, Artur Mas empleara el viejo truco del «y tu más» preguntándole al líder del PSC, Iceta, por otro caso de corrupción de sus filas.
Frente a la corrupción no es tolerable ni el victimismo ni la pretensión de compartir el lodazal. Tampoco se puede alegar ignorancia porque lo sabían y está probado. Solo queda asumir responsabilidades.
Al igual que el Partido Popular perdió con estrépito las últimas elecciones municipales y autonómicas, acosado por los escándalos de corrupción de la Gürtel y la Púnica, y todavía está en cuestión que Mariano Rajoy vaya a repetir en la Moncloa, los ciudadanos de Cataluña deberían ser exigentes con la corrupción del partido que les gobierna.
Porque al margen del debate soberanista estas elecciones van a determinar quién va a gobernar Cataluña los próximos cuatro años y, por higiene democrática, empieza a ser imprescindible que los corruptos, los que han metido las manos en el dinero público, en la caja de todos, sean expulsados de las instituciones públicas. En Cataluña y en cualquier otro lugar del Estado.
Victoria Lafora