miércoles, noviembre 27, 2024
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Cataluña, la hora de la verdad

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Nos quedan dos semanas que, después de muchísimas más, van estar llenas de soflamas electorales. Mientras unos, los independentistas, van a continuar hablando de su objetivo que es la independencia de Cataluña como si fuera algo irrelevante en el sentido de que seguirán en Europa, porque no pasa nada, ni nada se vera alterado porque no hay nada más democrático, dicen, que los ciudadanos decidan lo que quieren ser, los demás, los no independentistas, diversificarán su discurso y además veremos claras fisuras y distancias entre quienes no apuestan por la independencia.

Quienes durante años hemos convivido con la realidad que supone un nacionalismo exacerbado, en este caso en el País Vasco, vemos como en Cataluña se produce un fenómeno que parece casi irremediable. Mientras aquellos que comparten un objetivo de carácter nacionalista no tienen pudor, ni vergüenza, ni les asustan las discrepancias ni les avergüenzan las coincidencias, los demás, los que no lo son, andan con pies de plomo para que no les equivoquen.

Los demás, los que no lo son, andan con pies de plomo para que no les equivoquen.

Ahí esta la lista de Mas, encabezada por una persona de izquierda cuyo modelo de sociedad y escala de valores no es, ni de lejos, la de Convergencia, son capaces, sin complejo alguno, de ponerse de acuerdo en aras de un interés común. Lo mismo cabe decir de Oriol Junqueras, el más inteligente de todos y el único independentista no sobrevenido. Sin remilgo alguno, métodos para que Cataluña sea independiente.

Los que están fuera de este arco se relacionan a base de la distancia, cuando no de la equidistancia entre quienes se han puesto el mundo por montera y están dispuestos a saltarse las leyes y aquellos, que con mayor o menor acierto, defienden la legalidad vigente, el hecho objetivo de que España es una nación inexplicable sin Cataluña. Los no nacionalistas se desangran, políticamente hablando, mutuamente, mientras los nacionalistas saben sumar. Siempre lo han sabido hacer.

Sería un error de libro que los no nacionalistas hubieran competido con una lista tipo la creada por Mas y Oriol Junqueras, pero qué desalentador resulta comprobar como, al menos los dos grandes partidos, los que han dado estabilidad a la democracia española, los que fueron capaces de ponerse de acuerdo en tantas y tantas cosas que han hecho de España un país moderno, seguro y libre, ante un asunto de la envergadura como el desafío no de Cataluña, sino de los independentistas catalanes, que no es lo mismo, son incapaces de lanzar un discurso no exactamente coincidente, que no es necesario, pero sí más aproximado en el que el conjunto de los españoles encontraran el bálsamo, que no la solución, que en momentos de incertidumbre es siempre tan necesario.

De acuerdo con la encuesta del CIS, los independentistas tendrían la mayoría absoluta en escaños con el 44 por ciento de los votos. Las urnas nos darán la encuesta de verdad, la irrefutable. El 27 por la noche estaremos ante la, hora de la verdad. En un país serio, los partidos serios no deberían tener miedo a las coincidencias y sí les debería dar vergüenza algunas diferencias. Y mucho me temo que habrá tanto miedo como desvergüenza. Al tiempo.

Charo Zarzalejos

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