Solo quienes hemos crecido en pueblos pequeños de la Castilla profunda, estudiado en escuelas rurales donde el frío se colaba por las rendijas del desvencijado edificio -lo que nos obligaba a llevar incluso un brasero de casa para poder calentarnos-, podemos hacernos idea del daño que han causado los recortes llevados a cabo en los últimos dos años por los Consejeros de Educación de algunas comunidades autónomas, entre otras la de Castilla-La Mancha, que de golpe y porrazo, cerró más de 60 escuelas rurales porque según dijeron no era rentable tenerlas abiertas. En eso les doy la razón. Mantener un local, por minúsculo en la mayoría de los casos para cinco o seis niños, o un dispensario de salud, genera unos gastos que solo se justifican por razones sociales, que nada tienen que ver con la economía de mercado, y si con el resultado que se puede obtener a más largo plazo.
Pero siendo eso grave, muy grave, lo peor es el daño que se ha hecho a esas familias que se vieron obligadas a enviar a sus hijos a otros pueblos con mayor número de habitantes pero sobre todo con mayor número de alumnos. Situados algunos de ellos a más de 20 kilómetros de distancia de su residencia habitual. Una distancia que en invierno, cuando el frío aprieta y las nevadas hacen muy difícil la circulación, agrava la situación de esos adolescentes, y la estabilidad emocional de sus familias.
Lo peor es el daño que se ha hecho a esas familias que se vieron obligadas a enviar a sus hijos a otros pueblos
Imagino que cuando se toman estas decisiones no lo hacen a la ligera, sino pensando en el ahorro, no en el daño que hacen privando a esos alumnos de la escuela, de una educación digna, aspectos más importantes que el dinero. De ahí que muchos niños se vean obligados a abandonar la escuela a edades muy tempranas, o que su rendimiento no sea el deseado, con lo que se les está infringiendo un daño que tendrá graves repercusiones el resto de su vida.
No sé lo que puede costar reabrir estos centros, pero menos que los beneficios que se van a obtener. Invertir en educación como invertir en salud o en cultura es siempre rentable porque se está invirtiendo en el futuro del país, en el futuro de unos chicos que el día de mañana serán los encargados de gestionar las administraciones públicas, las empresas, los hospitales, los colegios, etc.
En España se han gastado ingentes cantidades de dinero en construir obras faraónicas, aeropuertos que no tienen actividad, ciudades de la justicia que no se han terminado pese a los millones gastado en levantar edificios que hoy están vacíos e inservibles, que ni siquiera se han inaugurado, y que han resultado del todo ruinosas para el sufrido contribuyente.
Y sin embargo, a la hora de ahorrar, no se les ocurre mejor idea a los políticos, a algunos no a todos, que hacerlo por el eslabón más frágil, el de la gente que malvive en pueblos donde se podrían contar con los de una mano los habitantes que quedan, que no han huido, que se han quedado ahí unos porque son muchos los sentimientos que les ata a su tierra, otros porque son mayores para emprender una vida nueva.
Que García-Page, el recién estrenado presidente de Castilla-La Mancha, haya dado un paso adelante, y decidido reabrir esas escuelas rurales no demuestra más que cuando quieren, pueden.
Rosa Villacastín