miércoles, noviembre 27, 2024
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Profesionales de la liquidación

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La izquierda forma parte de la cultura social e histórica. Hunde sus raíces en la irredimible pasión del ser humano por la igualdad y la justicia. No; la izquierda no existe porque un Secretario General o un político tan inexperto como ambicioso lo decidan en un café. 

Pueden tocar trompetas y derrumbar las murallas de Jericó, para eso solo hace falta trompeteros y alguien que ponga pelas, pero la gente de Jericó seguirá reclamando la vieja utopía de la igualdad, la fraternidad y la solidaridad.

El Secretario General del PCE, según se lee, José Luis Centella ha decidido buscar una nueva máscara desde la que ejercer de grupo de presión. Cuenta, aquí no solo se lee sino que se sabe, con la complicidad de Alberto Garzón y Cayo Lara. 

La máscara tan patéticamente buscada es la invención de Ahora en Común, muñida con la ostentosa y estentórea presencia de Centella, en alarde de autonomía e independencia de la nueva cosa. Ya nadie se engaña sobre la añagaza de Garzón para buscarle las vueltas a Pablo Iglesias y de Centella para ubicar su reconocido grupo de presión.

El problema no es hacer desaparecer un partido u otro. La cuestión es esa que los economistas llaman coste de oportunidad: es decir, que a cambio de buscar acomodo a los amiguetes del PCE, se liquida un patrimonio de izquierda. 

Era evidente, hace tiempo, que al nuevo mapa político diseñado por algunos medios económicos y de comunicación le sobraba una cierta izquierda. Aquella que podía introducir racionalidad entre liberalismo y populismo; que podía competir con otras formaciones pero convenir gobiernos contra la derecha; que no tenía miedo a gobernar, negociando programas. Esa es precisamente la cultura que ha representado Izquierda Unida en los últimos treinta años.

Esa es la que le sobra al Diputado Centella porque en ese esquema el agotado PCE no pilla, y a Garzón porque en ese esquema no coloca amiguetes. 

Dice Garzón que le “aterroriza” que “Podemos se pueda convertirse en IU”. Yo no tendría miedo: para eso hay que tener ideales e ideología, en lugar de una pulsión compulsiva por ganar a costa de cualquier cosa y cualquier discurso.

Creo que los terrores de Garzón son otros. Al inexperto y ambicioso diputado probablemente le da terror oponerse en solitario al ingreso en la OTAN o a pasar alguna nochevieja oponiéndose al pantano de Riaño. 

Le dará terror las luchas de Reinosa o las batallas por la reindustrialización. Es muy probable que le aterroricen treinta años de disputas contra la deslocalización industrial o convocar huelgas generales. 

Entiendo que tenga terror a apoyar a los sindicatos de clase a los que desprecia y, más aún, a confrontar con el PSOE más poderoso en los momentos de la guerra sucia contra el terrorismo. 

Con toda seguridad le aterroriza formar parte de esos miles de concejales y concejalas que han trabajado por construir Ciudad, defender un espacio para la Europa de los pueblos o un espacio federal frente al etnicismo de Iglesias.

Lo entiendo. Entiendo a Centella y entiendo a Garzón. Trabajar da pavor. La izquierda del selfi y el postureo de lo que necesita es de máscaras en las que esconder y colocar amiguetes.

No deja de ser sorprendente que en el momento en que PSOE y Podemos debaten sobre quien es más socialdemócrata, el pope del PCE y el ambicioso diputado, decidan abandonar el campo de la izquierda para abonarse a lo común, o sea a la nada, a lo que no ha dicho este programa es mío, y cuando lo dice es para copiar el de IU o del PSOE, según día de la semana.

Profesionales de la liquidación buscan hueco desesperadamente. La izquierda aguardará que vuelvan a abrirse caminos de justicia. Seguro.

Libertad Martínez

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