miércoles, noviembre 27, 2024
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Navegar por aguas estancadas

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Entre el sol y la sombra que le dan un latido trivial al fútbol, se divisaba la espuma que deja el choque entre corrientes antagónicas. Una superficie que no es tersa, no es limpia y clara y por la que no fluye el fútbol. Más allá de la diagonal tremenda de Bale, que había sido el gran rasgo del nuevo Madrid, la estructura de Benítez apenas se transparentó en el equipo. Laterales a medio camino entre la defensa y la nada. Un mediocentro, Kroos, rodeado de piedras, al que nadie ayuda, incapaz hasta extremos cómicos de digerir el espacio que surge a su espalda. Lucas Vázquez vuelto hacia la pared, conocedor de su inferioridad, con cara de estar en el capítulo piloto de una serie que no se va a emitir. Y las hilanderas: Cristiano, Karim, Isco y Modric. Fabricándose con trabajo la jugada, pero sin una conexión clara con el plan del entrenador, o con el resto del equipo, o con una idea general si es que eso es posible en el Madrid.

Sabemos que los interiores de Anchelotti iban pasándose con ligereza la bola hasta llevarla al sitio de los delanteros. Sabemos que Benítez quiere más velocidad y lugares de tránsito. También una defensa que no se cierre únicamente sobre el rival, que presione a dentelladas y que robe alto. Laterales a medio camino y mediapuntas voladores. Pero tiene el mismo equipo de los últimos años. Rápido o lento según los interiores encuentren pasillos al área. Enrevesado o sencillo dependiendo de si es Modric o si es isco, de si Marcelo entra en plano o queda fuera de foco. Incapaz de la presión alta y de la venganza. Lleno de clase, falto de diente. Con más aristócratas por metro cuadrado de lo que una democracia puede aguantar. Sin estatua ecuestre en el centro de mando. Con un genio flotante siendo razón y guía. Sin más asideros que sus centrales. La bola nunca escuece, y gusta tenerla. ¿Cómo no va a gustar si cuando la tiene modric el estadio entra en suspensión y todas las posibidades están abiertas?. Pero sólo Bale parece haber entendido (o tienes las condiciones justas) la idea que ronda en la cabeza del entrenador. ¿Una huida exquisita?. ¿Falso repliegue, intercepción y contraataque?. ¿Un campo boca a bajo y combinaciones rápidas, elásticas que acaben con un martillazo en puertas? ¿Repliegue y salida, sin más, para fastidiar a las almas cándidas?

Desde el principio sólo hubo indefinición. Todo a medio camino y un espacio gigantesco frente al área del Madrid, vacío e inhóspito, con Keylor al fondo sabiéndose el elegido de este principio de temporada. Sandoval lleva décadas estudiando al Madrid, sus extrañas formas en el medio campo y la ambigüedad de sus laterales. Siempre consigue formular en una ecuación sencilla los vericuetos del ataque de su equipo. Tras el primer aliento del madrid, ya se vio que el equipo estaba desperdigado por el césped. No había montoncitos de jugadores, ni cúmulos dramáticos que rodear. Los granadinos salieron con comodidad y dos pases tensos. La tocaba un centrocampista al que Kroos ni siquiera se le insinuaba (y Modric revolotea pero no pica), y el balón iba en profundidad al lateral, donde Carvajal, átomo loco sin peso ni medida, era como si no existiera. Centró el granadino y el balón se paseó delante de la portería como si fuera una ironía en boca de una mujer. Era lo inesperado y lo inaccesible. Todos miraron y sólo Marcelo acertó a llegar. Marcelo, mal en su banda y bien salvando al pasaje.

El partido tuvo un acelerón momentáneo e Isco fabricó por su cuenta un pase interior hacia la velocidad de Cristiano. Velocidad a medias, más mental que física, más de desmarque que de piernas y eso se nota en el remate. Ya no parece Ronaldo un ídolo paranoico con una mano llena de rayos. Su próxima conversión será hacia el remate y el juego entre líneas. Y todavía no ha encontrado la forma de sacarle partido a los contraataques y a los pases en profundidad, en los que suele dudar. Aunque no siempre. Hay un momento en que Modric activa a Cristiano, que ya no está para el disparo tremebundo y ajustado al segundo palo, y es consciente. Levanta la cabeza y filtra un pase perfecto a Luka, que vuelve por lo suyo y dispara libre de marca desde la frontal. Un pie milagroso del portero evitó el gol. Momentos antes, El Arabi marcó en una jugada vertiginosa que vino por la banda de Marcelo. Fue legal, pero de momento la portería del Madrid es inviolable. La nación vive tiempos inciertos y el bien común debe prevalecer.

Sigue el partido con Isco y Modric sacándose jugadas de la nada y que volvían a la nada (Karim tenía el día lascivo y Cristiano obtuso), y sigue el Granada instalado en el centro mental del Real, aprovechando los espacios que nadie sabía cómo habían llegado hasta allí. Kroos dándose la vuelta e Isco pensando en el área es tiempo denso y pesado que corre en contra de los blancos. Kroos en sitios extraños del centro del campo y Modric persiguiendo rivales hasta la madriguera es una situación anómala que va contra el sistema nervioso del equipo. Los centrales tan abiertos y la portería de Keylor que parece una trampa para lobos. Así llegó un rival con cuatro madridistas persiguiéndole y Navas, salió con todo y de tijera y pudo rechazar un gol cantado.

La primera parte acabó con una recriminación de Cristiano a Isco por no pasarle el balón. Abre los brazos y mira al cielo compungido. Parece una actriz de cine mudo a la que han abandonado en el andén.

La gente en el entretiempo hablaba de lo de Cataluña. Todos daban por hecho la secesión y fantaseaban con horizontes a cuál más horripilantes. ¿Habrá monstruos gigantes saliendo del mar y zampándose a los guiris de las ramblas? ¿Los niños morenos serán proscritos? ¿Se impondrá el corro de la patata en todos los actos oficiales?. En fin, cuestiones por resolver que le salían más a cuenta al personal, que pensar en la normalidad institucional del cero a cero. 

Con un taconazo de El Arabi, fue suficiente para volver a abrir la defensa del Madrid. No hubo gol pero el Granada acechaba demasiado. El run-rún estaba desactivado, cosas del buen tiempo y la ausencia de grandes melodramas, y quizás eso le quite filo al equipo, siempre tan pendiente del más allá que se filtra desde la grada. Karim comienza una jugada en la mediapunta. Algo sencillo, balón a Isco y a correr hacia el corazón del área. El malagueño no se ensimisma y centra con la izquierda, muy pasado, que son siempre los balones a los que alcanza Benzemá. Será porque la luz del francés es extraña, o porque las pelotas que caen algo más allá de lo que dicta la normalidad sólo las ven los delanteros, pero llegó Karim y la embocó a gol. Hizo el avioncito y se abrazó a Isco y su trenecito eléctrico. La determinación del goleador sólo aparece en Benzemá cuando comienza él sus jugadas. Una especie de compromiso con su profesión.

El Granada no se apartó de su máscara y tuvo otra oportunidad más, desbaratada por Keylor. Un baile de El Arabi a toda la defensa blanca y otra atajada del costarricense tirándose hacia el balón como si intentara apagar la luz del delantero. El público le cantó y eso no es serio. Un madridismo infantilizado  que ya no sabe escoger un momento para el silencio o el barullo. 

Kovasic salió por Kroos y simplemente por estar ahí lo mejoró. Y Cherichev por Karim, en un cambio que dejaba al ruso y a Lucas Váquez sobre el césped. Dos jugadores que conviene esconder en los sótanos de palacio para cuando lleguen los invitados importantes. No hubo más en el partido, porque el repliegue abusivo del Madrid coartó los caminos a los jugadores del Granada. Y sólo la coreografía del fin del mundo de Ronaldo al tirar las faltas tuvo interés en ese final. Por intrigante. Por absurda. Una repetición ensimismada de un gesto inservible.

Cristiano ya es nación.

Real Madrid,1; Granada,0
Real Madrid: Navas; Carvajal, Varane, Pepe, Marcelo; Kroos (Kovacic m. 61), Modric; Lucas Vázquez, Isco (Casemiro m. 84), Ronaldo; Benzema (Cheryshev m. 76). No utilizados: Casilla, Nacho, Arbeloa, Jesé.
Granada: Andrés Fernández; Lopes, Lombán, Doria, Biraghi; Khrin, Javi Márquez, Edgar (Nico López m. 76); El-Arabi, Success (Ibáñez m. 60), Rochina (Fran Rico m. 66). No utilizados: Kelava, Babin, Foulquier, Thievy.
Goles: 1-0 M. 54. Benzema
Árbitro: Martínez Munuera. Amonestó a Edgar, Javi Márquez, Khrin, Isco.
Estadio Santiago Bernabéu. Unos 60.000 espectadores.

Ángel del Riego

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