miércoles, noviembre 27, 2024
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Ruina catalana

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El próximo domingo los catalanes se pronunciarán sobre una propuesta de independencia mediante una artera reconversión plebiscitaria por Mas de unas elecciones autonómicas. Los primeros análisis de los resultados se centrarán en, primero, si la lista de Más y Junqueras obtiene la mayoría absoluta del Parlament, 68 escaños; en, segundo, si es necesario para ello sumar los escaños de los independentistas de la CUP; y, finalmente, si el independentismo supera el 50% del voto emitido en las urnas. 

Con 68 escaños Mas se considerará legitimado para la temeraria empresa de la independencia unilateral. Si necesita a los diputados de la CUP, conviene recordar que ésta dijo que requeriría un voto independentista superior al 50% en las urnas. Los sondeos ofrecen unos pronósticos aunque no siempre aciertan. 

El CIS aventura que la lista de Mas y Junqueras no obtendrá los 68 escaños y que el voto independentista en las urnas alcanzará un 44%. Si la CUP requiriese verdaderamente más de un 50% independentista la singladura de Más habrá encallado aunque alegará para seguir cabalgando que su lista es la ganadora. Los demás sondeos publicados coinciden en que Mas y Junqueras no lograrían la mayoría absoluta del Parlament, que ésta se obtendría con los escaños de la CUP, y divergen en si el voto independentista consigue superar el 50%. También señalan una mayoría por un acomodo en el marco de España y un gran rechazo a que Mas siga siendo President.

La práctica internacional sitúa la barrera rupturista claramente por encima del 50% en un referéndum expresamente convocado al efecto. Dado el carácter autonómico de estas elecciones la atribución de escaños responde a fórmulas que transforman el voto, favoreciendo las zonas menos pobladas y las listas más votadas por lo que una mayoría absoluta de escaños es posible con menos de un 45% del voto emitido. No sería razonable iniciar un proceso independentista con una mayoría insuficiente del voto popular y menos en estas condiciones que no son las de un referéndum. Además, razones históricas y actuales desaconsejan la independencia catalana, dañosa para tirios y troyanos. 

Sin mayoría absoluta en las urnas Más debería marcharse. Junqueras y otros también. Con la mancha de haber provocado un debate destructivo para la sociedad catalana y española. Se tardará en superar las divisiones producidas, inducidas y provocadas con irresponsabilidad. Entre estos actores, numerosos, que deberían de hacer «exit por el foro», según la jerga teatral, debiera estar Ana Colao. La Alcaldesa barcelonesa dijo que no asistiría a la Diada y protagonizó su primer acto, el de la ofrenda floral a Casanova. Su hipócrita ambigüedad es comparable a la de Pablo Iglesias sobre la independencia de Cataluña.

De la crítica no escapa la parte «castellana» de la ecuación. El inmovilismo de Rajoy, confiando sólo en el fracaso del separatismo, ha dado cancha a Mas argumentando que en Madrid niegan hasta la sal. Rajoy aceptó recientemente una reforma autonómica de la Constitución para luego dejarse contradecir por Soraya Sáenz de Santamaría que no chista sin su autorización. Después, el ministro para Cataluña y Asuntos Exteriores, Margallo, abogó por reformar nuestra Carta Magna. También fue desmentido. Margallo sería para el PP un verso suelto controvertido que, además, debatirá en la televisión con Junqueras restando protagonismo a Albiol, el candidato pepero en Cataluña. Si Margallo gana este debate, como esperamos, hasta tendrá credenciales para desplazar a su amigo Rajoy al frente del Partido Popular.

Estos vaivenes de los populares son políticamente suicidas para propios y ajenos. La confusión resultante sólo beneficia a los independentistas dispuestos a instrumentalizar la indecisión y falta de claridad de La Moncloa a lo que hay que sumar la impericia política del titular de Defensa, Morenés, dando la impresión de que si no se cumple la Ley no sería descartable recurrir a las Fuerzas Armadas para reconducir el problema catalan. En un gobierno debe haber políticos, no tecnócratas.

Entretanto, el separatismo catalán pierde batallas internacionales. Obama prefiere una España con Cataluña. Merkel, Hollande, Cameron, Juncker y la Comisión han dejado claro una salida catalanista de la UE, lo que solo satisfacería a la CUP, anticapitalista. La deuda catalana sube ya y es asimismo previsible un éxodo de empresas si Mas y Junqueras ganan. Hasta la banca catalana se ha unido a los avisos bancarios al navegante disparatado. Peor, el Barça solo podría jugar en una liga catalana contra el Lleida y el Girona. ¿Amenazas contra ilusión, como dicen algunos? Más bien realidad contra mentiras.

Antes del “27 S” Rajoy debiera tener la inteligencia de ofrecer claramente un diálogo nacional para una necesaria reforma de la Constitución que incluya una reforma autonómica porque ese será el único camino posible tras estas elecciones catalanas y las generales de diciembre. Hace tiempo que el PSOE está dispuesto a ello. 

Carlos Miranda 

Embajador de España

Carlos Miranda

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