Quienes tenemos una edad, viviendo en paralelo nuestra propia biografía y la del desarrollo de la televisión, hemos sido testigos de dos hitos que nunca olvidaremos: la llegada del color a la pantalla y el momento en que descubrimos que los presentadores y presentadoras tenían piernas. Hasta entonces eran bustos que emergían de una mesa cerrada por uno de sus frentes y cabían dudas sobre la fisonomía y capacidades de sus extremidades inferiores.
Algo semejante sucede con los políticos, que conforme ascienden en sus responsabilidades de gobierno difuminan en público sus perfiles personales: fuera del argumentario no les oímos hablar sobre su familia, sus amigos y aficiones, sus miedos y deseos personales. Son seres en apariencia mutilados, como aquellos bustos parlantes que veíamos en la tele. Pero algo está cambiando.
Son seres en apariencia mutilados, como aquellos bustos parlantes que veíamos en la tele. Pero algo está cambiando
El martes, Soraya Sáenz de Santamaría acudió a El hormiguero. No ha sido el primer político que lo hace. Otros lo han hecho en su aspiración al poder o al abandonarlo. Ya vimos bailar un chotis a Esperanza Aguirre y lanzar triples a Pedro Sánchez, entre otros. Pero sí que es la política de mayor rango en el poder que decide aparecer en un formato cargado de riesgos. Y los asumió, incluso bailó en público la canción con la que cada noche se abre el programa.
Muchos pensarán que forma parte de una campaña electoral ya lanzada, aunque los comicios sean en diciembre. A mí sólo me parece que fue una entrevista en la que millones de españoles, casi cinco en el momento del bailoteo, conocieron otros perfiles de una mujer con mucho poder que toma decisiones sobre nuestras vidas. Y eso siempre es positivo.
No creo que nadie le dé su voto ni se lo retire por su aparición televisiva. Y si hay casos, la suma y la resta ofrecerá un resultado que tenderá al cero. Así que la pregunta no es por qué se ha lanzado a la aventura sino por qué otros, incluso los muy partidarios del plasma, no se atreven a hacerlo. Y quedo a la espera de las opiniones de los populares Xavier García Albiol y Andrea Levy que consideraron «ridículos e inapropiados con la que está cayendo», los bailes mitineros de Miquel Iceta. Escuchar sus contorsiones argumentales sería casi tan divertido como ver El hormiguero.
Isaías Lafuente