Tras la dimisión de Arantza Quiroga como Presidenta del PP vasco y la llegada a esa Presidencia de Alfonso Alonso hubo un periodista que me preguntó sobre lo que pensaba yo de lo que tenía que ser la línea de los populares vascos a partir de ahora con el cambio de liderazgo.
Y en ese momento tengo que decir que me vino rápidamente a la memoria las palabras de consejo que me dijo mi predecesor en la presidencia de los populares vascos, mi admirado Jaime Mayor Oreja, cuando yo fui elegido presidente a mediados de los años 90, diciéndome: «Recuerda que lo más importante en política es no hacer cosas raras y no perder nunca el norte».
Esos sabios consejos deberían de estar tatuados en la clase política en general, pero por lo que atañe al Partido Popular vasco, los movimientos sísmicos efectuados unilateralmente en la última semana se deben precisamente a hacer cosas raras que desdibujan y trastocan lo que debe de ser y lo que ha sido durante mucho tiempo la verdadera imagen y esencia del Partido Popular en el País Vasco.
Sin querer entrar a debatir el papel de Arantza Quiroga y las formas de su dimisión, ya que agua pasada no mueve molinos, hay que agradecerle sus servicios al partido y sacar conclusiones, es decir, aprender que en política cuando tu enemigo, y no digo rival político sino que subrayo lo de enemigo como son los acólitos de los terroristas en forma de brazo político llamado Sortu-Bildu, aplauden a rabiar determinado paso del Partido Popular vasco, y brindan además de la misma manera que brindaban cuando ETA descerrajaba un tiro en la cabeza de mis compañeros populares en Euskadi, obviamente en ese momento es más que evidente que se ha metido la pata hasta el fondo.
Es algo así, y permítanme que se lo diga, como si ficticiamente en mis tiempos de presidente de los populares vascos Otegi me hubiese aplaudido o vitorease por las decisiones políticas que pudiera tomar para agradarle a él y a sus secuaces. Les puedo asegurar que si hubiese tenido una sola alabanza de Otegi o los suyos hubiese sido motivo más que suficiente para no esperar ni un solo segundo para coger mis bártulos e irme a mi casa.
Pero volviendo a la realidad y retomando la pregunta inicial del periodista, los populares vascos debemos circunscribirnos a ser los máximos defensores de las libertades en esa tierra, y debemos también volver a ser nosotros mismos el muro de contención ante las políticas separatistas de los nacionalistas vascos de todo pelaje, además de defender a ultranza la memoria, dignidad y justicia de las víctimas del terrorismo. Porque nadie más que ellos deben ser nuestro ejemplo y a la vez no debemos ni podemos olvidar ni tampoco callar que nosotros también somos parte de ese grandioso colectivo.
Estoy seguro de que la acertadísima elección de mi compañero Alfonso Alonso al frente de los populares vascos, gran conocedor de los verdaderos problemas de los ciudadanos vascos por su trabajo al servicio de los demás y por la brillante gestión en los diferentes puestos políticos de relevancia que ha ocupado y ocupa, traerá consigo recolocar al partido en el lugar que quieren todos aquellos vascos que en algún momento electoral han elegido las siglas 'populares' en el País Vasco.
Carlos Iturgaiz