“Rajoy nunca pierde los nervios”, dice un ministro al que se le pregunta por el estado de ánimo del presidente ante el desafío independentista. Por otra parte, un socialista de los históricos, que conoce bien a Rajoy precisamente porque es histórico, explica que el mejor Rajoy es el que aparece cuando se ve en una situación complicada. Y ésta lo es, pero el presidente parece tener las ideas claras y, curiosamente, a la hora de la verdad ha apostado por dar confianza a quien considera que es una baza segura, el líder socialista.
Ha chocado con frecuencia con Pedro Sánchez, del que le separa un mundo, pero por perro viejo sabe Rajoy que en el PSOE siempre hay equipo sólido, que reacciona con eficacia cuando vienen mal dadas. Y, efectivamente, en la reunión que mantuvieron el miércoles en La Moncloa, contaban en uno y en otro lado que los dos políticos manejaban datos casi idénticos respecto a qué iniciativas legales podían tomarse frente a la declaración de independencia, y cuáles eran los pros y contras de esas iniciativas, porque sus equipos de expertos las habían analizado previamente del derecho y del revés.
Hay vida más allá de Cataluña y de la declaración de independencia que los de la CUP y Junts pel Si pretenden hacer en el Parlament antes del 9 de noviembre
Rajoy ha llamado también a Rivera porque era obligado, tanto por la fuerza de Ciudadanos –o la que va a tener- como por el hecho de que Ciudadanos es el principal partido de la oposición en Cataluña. Y ha dado la sorpresa de convocar a Iglesias. Inteligente jugada, porque si se produce el encontronazo lógico, porque están en las antípodas, al menos Rajoy se apunta el tanto de cortar de cuajo la actual actitud victimista de Iglesias, que denuncia todo el tiempo el ninguneo al que cree verse sometido; pero si el líder de Podemos encuentra algún tipo de coincidencia con Rajoy –difícil- le van a caer chuzos de punta desde sus propias filas, donde un sector reciente le acusa de que ha perdido las esencias que eran seña de identidad de Podemos. En fin.
Hay vida más allá de Cataluña y de la declaración de independencia que los de la CUP y Junts pel Si pretenden hacer en el Parlament antes del 9 de noviembre. Por supuesto que hay vida.
En el PP la incertidumbre sobre las listas no deja vivir a los que no saben si sí o si no. Dijo Rajoy el otro día a Ana Blanco que Soraya será posiblemente la número 2 de Madrid y que no sabe todavía si Cospedal quiere ser diputada o dedicarse a la política en Castilla La Mancha. Cuesta creer que el presidente no sepa qué quiere la secretaria general de su partido, pero por si acaso tiene dudas, podemos apuntarle que en el entorno de Cospedal cuentan con toda naturalidad que aspira a estar en el Congreso de los Diputados y que tiene cinco listas –las manchegas- para elegir cuál de ellas le viene mejor encabezar. Toledo es la joya de la corona de la comunidad autónoma, y Cospedal además tiene casa allí, pero también tiene en Albacete la casa familiar, en la que viven sus padres.
Los problemas para Rajoy no llegarán por el lado de Cospedal, sino por otros. Gente destacada del partido piensa que algunos ministros deberían ir pensando en la retirada, entre ellos Margallo y Jorge Fernández, pero también cuentan en sus respectivos entornos que de eso ni hablar. Así que la cosa está en “veremos”, es algo que debe manejar Rajoy, el que nunca pierde los nervios. Se trata de amigos personales, la relación va más allá del hecho de que son compañeros de partido. Tanto Margallo como Fernández son miembros destacados del llamado G-8, el núcleo de ministros que comparten con Rajoy algo más que los afanes políticos. G-8 hoy tan ampliado que ha perdido su identidad inicial.
Una noticia que no va a gustar a Rajoy. O más que noticia, un runrún: por el PSOE y por Ciudadanos andan diciendo que cualquier tipo de pacto postelectoral con el PP pasa por que Rajoy no sea el presidente de gobierno. Ahí lo dejo.
Pilar Cernuda