Cuando me duermo sueño que soy un gigante indestructible. A veces ni eso. A veces soy pequeño, más todavía, y voy con la gabardina de mi padre andando por la ciudad. Me queda muy grande y arrastro los bordes. Se llena de mierda y mamá está en cada ventana tomando notas. Yo no acierto a cerrar los botones y en eso vienen los monstruos. Siempre me pillan haciendo otra cosa. Me rodean y se ríen. Hay un hombre sin cabeza y con una roca en el estómago. Ese no se mueve pero no hay manera de rodearlo. El jefe es pequeñín y no mira, lleva una pelota atada al pie y no la suelta. El más peligroso es un anfibio. Es indetectable, como mi madre cuando limpia. Está delgado y sólo existe de perfil. Era de los nuestros y lo echaron. Yo los miro y ahora viene lo bueno. Mi transformación. Digo en voz muy alta: siiiiiiiiiiiiiiiiiu, y aprieto los puños. No pasa nada. Se acercan. Pego un salto hacia arriba y abro mis brazos como si fuera un cormorán. Repito en voz muy alta: siiiiiiiiiiiiiiiiiu. Me cae la primera hostia. He perdido mis poderes, no pasa nada, estoy en un sueño, van a comerme pero eso no me dolerá. El pequeñín mete la mano en mi estómago y me saca un trozo grande y lleno de cables. Me orino encima, y sé que mañana mi madre lo tendrá que limpiar. Comienzo a llorar y sale en las pantallas del estadio. La gabardina es cada vez más grande pero no me tapa. Isco se tropieza con ella y pierde un balón. Le llega al anfibio que está detrás de la defensa. Hay una charca y se para. Abreva en ella. Levanta la vista, tiene el balón en los pies. El madrid se hace pequeñito mientras tanto. Yo intento gritarle a Casemiro, que no se entera de nada, pero ya me han comido la boca. Se le echa uno de los nuestros encima a Di María y éste da una vuelta sobre él y lo ata con un lazo. El nuestro se cae y Di maría le da al botón del pase. Así, una y otra vez, hasta que mi padre cambia de canal y pone la política. Estoy hasta los cojones de ver a estos inútiles, dice entre dientes. Donde la política todos tienen la cabeza enorme y se parecen a los que me atacan en los sueños. Me levanto y voy a ver a mamá, en la cocina, donde está acurrucada en una sillita esperando que nadie repare en ella. Le duele la cadera, le duelen los riñones y me dice: ven aquí. Pero yo no voy. Modric es un poquito así, y ayer se le caía la bandeja con la comida a cada paso que daba. Mi padre no estaba para darle voces, y en el Bernabéu todo es mejor que en casa, pero había un negro en el equipo francés que recogía los trozos de comida y se los llevaba a los demás. Los negros son muy serviciales. Eso lo dice mi padre. En el fútbol y en lo demás. Benítez no daba voces al pobre Modric cuando se confundía y por eso siguió haciéndolo regular. A mi no me gustan que me den voces, pero a veces es necesario. En la tele dicen que hay que cumplir la ley, pero yo sé muy bien a qué se refiere mi padre con eso. Cuando me pega, pienso en Cristiano metiendo miles de goles y saliendo del campo con la cabeza levantada. Pero ahora no sé que le pasa. Quizás tengan que llevarlo a la oficina central para reparar su centro de mandos. Está en Arkansas, Cuenca, y es supersecreta. En una mina abandonada, el gobierno tiene una máquina de 100 pisos de alto donde meten a Cristiano y lo miran por dentro. Allí le cambian todo lo oxidado y le ponen un corazón de cemento armado, hecho aquí en España, y no la mierda que viene de China. Eso también me lo ha enseñado mi padre que dice que lo de España siempre es mejor, aunque cuando está de malas dice que todo lo de aquí es una puta mierda y entonces, yo no sé que pensar.
Lo mejor del mundo es mi profesora de parvulitos. A ella también le gusta el fútbol. Tiene los pechos muy grandes y a veces me deja tocárselos. Están blandos como mis sueños, y me entran ganas de orinar, como en mis sueños. Un día me acompañó al servicio y me miró mientras lo hacía. Se reía y me dijo que si quería que nos casásemos tenía que crecer muchito. Yo casi me pongo enfermo y la hubiera matado, o por lo menos la hubiera reducido con la pistola de rayos. Y una vez así, la llevo a casa, la meto en una jaula y allí me canta sólo cuando yo quiera. Porque ella canta. Antes de que todos enfermaran, cuando la cogía Benzemá oía esa música. Ayer todo el madrid estaba mudo y la única música que se oía era la gente tosiendo. Mi profesora es muy morena y viene de la selva. Allí tienen otros poderes y al hablar te dejan paralizado. Marcelo es así, pero se puso malito y lo tuvieron que quitar. Salió Nacho Pistacho y marcó un gol de potra. Como cuando en las películas entran en la guarida de los malos y todos disparan pero no te dan, es trola, pero te llevas a la chica. Nacho hizo lo mismo y ganamos el partido. Mi profesora se ríe mucho con mis ocurrencias y cuando echa la cabeza para atrás sé que puedo sentarme en sus rodillas. Un día me dejó mirarle debajo de la falda. Decía que no, pero yo sabía que era que sí. Estaba oscuro y había dos puertas. Una era muerte y otra era vida. No me atreví a entrar y en las esquinas había una tela de araña viscosa llena de ojos. Ella me dijo que eran los que le habían mirado. Así es Keylor también. Tiene muchos ojos y una tela de araña y por eso nunca podemos perder. Ayer se echó encima de Cavani y le cegó con unos polvos. Cuando salí de bajo la falda, mi profesora estaba muy seria. Todo había cambiado. Ahora la vida es triste y ella me dice que me ve a través de una mirilla. Que me vigila, que me haré mayor, y que nos tenemos que despedir para siempre. Desde que Modric sabe eso ya no salta de línea en línea. Ahora está muy quieto esperando las peores noticias, y así soy yo, y así es mi madre en la cocina. Mi padre le sigue gritando al televisor, y yo, mientras Marcelo se pone bueno, volveré al centro supersecreto del gobierno para que me cambien el corazón por uno de piedra. Porque quiero ser el mejor y porque quiero ser indestructible y no sentir nada, como este madrid que ganará a pesar de lo que digan en la radio. Y porque cuando mi padre me grite, me elevaré sobre vosotros y reduciré el mundo a cenizas. Sólo salvaré al Bernabéu y ya no habrá más enfermos en el Madrid. Ahí estará mi profesora, de masajista, cantándole la melodía antigua a los jugadores. La que a veces se les olvida.
Real Madrid, 1 – PSG, 0
Real Madrid: Keylor Navas; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo (Nacho, m. 33); Modric, Casemiro; Isco (Kovacic, m. 81), Kroos, Jesé (Lucas Vázquez, m. 63); y Cristiano. No utilizados: Casilla; Pepe, Cheryshev y James.
PSG: Trapp; Aurier, David Luiz, Thiago Silva, Maxwell; Motta, Verratti (Rabiot, m. 16), Matuidi (Lucas Moura, m. 75); Di María, Ibrahimovic y Cavani. No utilizados: Sirigu; Stambouli, Kurzawa, Van der Wiel y Lavezzi.
Gol: 1-0. M. 35. Nacho.
Árbitro: Mark Clattenburg (Reino Unido). Mostró tarjeta amarilla a Aurier, Casemiro y David Luiz.
Santiago Bernabéu: 75.000 espectadores.
Ángel del Riego