miércoles, noviembre 27, 2024
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Ruido

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Las frases con vocación de históricas -sobre todo si contienen eufemismos- adornan cualquier rincón de una casa, siempre quedan bien hasta que la propia Historia se encarga de desmentirlas. Anna Gabriel de la CUP ha dicho con una solemnidad de obispo antiguo: «Anunciamos la desconexión democrática con el estado español». Y a partir de ahí que cada cual se las apañe como pueda. Es posible que la famosa «desconexión» te deje a oscuras, pero eso por ahora no cuenta. El solemne anuncio ya está hecho y sólo queda esperar.

El solemne anuncio ya está hecho y sólo queda esperar

El problema es que eso de «desconectarse» es mucho más fácil decirlo que hacerlo; primero porque la otra parte conectada se supone que también tendrá algún derecho no menos democrático a oponerse y segundo porque un estado no es precisamente un «monopoly» donde se compran calles, se paralizan hoteles y la banca siempre presta un dinero de mentira. Pero de esto se ha hablado ya tanto que lo que llama la atención es la increíble cerrazón de los independentistas que siguen negando la evidencia de un mundo, un sistema, una economía, una política que les ha dicho de todas las maneras y en todos los foros que así no van a ninguna parte, que si «desconectan» de España unilateralmente van a ser un isla abandonada a la que no van a llegar ni barcos de la Habana ni créditos del BCE. Y si estando conectados no pueden pagar a a las farmacias y piden dinero al estado central, qué no pasaría consumada la insensatez.

Lo que tal vez ocurre es que en el fondo tampoco ellos creen demasiado en todo este jaleo. Quieren ruido y desde luego que lo están consiguiendo pero mosquea un poco que en su primera intervención en el Parlament, Raül Romeva destacara entre muchas perlas unas palabras cargadas de significado asegurando que la independencia de Cataluña llegará tarde o temprano,  «si no es hoy será mañana; si no somos nosotros serán otros. Este país ya hace tiempo que dice alto y claro que ha llegado la hora de ir a por todas». Bueno, al menos no parece algo urgente.

Lo malo es que a partir de hoy se abre una batalla sin solución posible negociada digan lo que digan los optimistas; el propio Romeva avisaba que no obedecerán las eventuales decisiones del Tribunal Constitucional en contra del texto que se aprobase porque , según él y los suyos, esa institución ha quedado «hace tiempo» deslegitimada.

Ya me dirán que queda: están dispuestos a desobedecer en nombre de la democracia catalana y no reconocen que los catalanes, democráticamente, les han dicho, aunque por poquito, que no quieren ser independientes. ¿De qué cambios constitucionales hablan unos y callan otros? A día de hoy quienes mandan en Cataluña gracias a una Ley Electoral desfasada no quieren otra cosa que independencia y ruido. El problema es saber qué ruido terminará imponiéndose.

Andrés Aberasturi

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