Lo que más tragaderas necesita es eso de que a partir de ahora en Cataluña no se vaya a reconocer más autoridad que la emanada de las decisiones del Parlament de Barcelona, porque la famosa declaración de secesión ganara por seis votos. Yo me resistía en las calificaciones pero ya tengo que reconocer la razón que asiste a quienes vienen afirmando que estamos ante una exhibición de ruptura ilegal o de violación de la Constitución Española, que puede reformarse pero no violentarse. Todo esto es una enorme locura y ya no puede justificarse todo echando la culpa, que tiene mucha, al Gobierno y al partido de Mariano Rajoy. Si pasarse por el forro una o varias leyes, incluida la fundamental, es cosa permitida, no veo razón para que no amplíen el espectro y se las carguen todas. Lo que no sé es si piensan de verdad que las autoridades e instituciones de España se lo van a tragar y ya está. Si así lo piensan es que gozan de una inteligencia de muy baja intensidad. Pero es que no lo piensan así, claro está, es que a lo peor creen que los débiles mentales somos los demás. Esto que ocurre es una enorme provocación que no puede terminar bien a no ser que de forma inmediata recapaciten y vuelvan atrás de su locura. Aunque igual son capaces de asombrarse si las autoridades del Estado democrático aplican las leyes vigentes.
Rajoy y sus muchachos han dado pruebas sobradas de incapacidad política y de inexistente voluntad de buscar soluciones racionales al problema de Cataluña, todo lo cual ha multiplicado el problema, como he comentado muchas veces. Pero es que los demás españoles no tenemos la culpa de eso y ahora no hay más remedio que coincidir con esos incapaces y abúlicos en la necesidad de salir al paso de los atropellos que se están perpetrando. Yo tranquilo, porque estoy harto de pregonar durante años por activa y por pasiva la necesidad de lo que se ha llamado seducir a Cataluña, pero no con cuentos chinos sino con real voluntad de tender los necesarios puentes para una convivencia justa, razonable, sensata y amorosa. Y por eso mi insistencia en que al menos se esperase unos meses por si de las elecciones generales sale un Gobierno que no se parezca al soportado en estos cuatro años. Pero aquí todo el mundo por las bravas, lo que nos lleva ahora a la necesidad de exigir o apoyar no mano dura sino estricto cumplimiento de las leyes, expresión que siempre me ha dado como bastante asco. Porque lo que no vamos a bendecir es que nos roben Cataluña, esa parte irrenunciable de España, esa tierra amada e imprescindible, sin la que esto no sería España ni sería nada. Todos han de renunciar a las amenazas y cultivar el entendimiento y el cariño entrañable.
Pedro Calvo Hernando