En poco tiempo hemos conocido varios casos fechados en Alemania y todos ellos relacionados de una u otra manera con asuntos de corrupción cuando no de estafa a escala industrial. Engaño y estafa es que el fabricante de automóviles Volkswagen instalara en miles de sus vehículos un «software» encargado de falsear la cifra de emisiones de gases contaminantes. El asunto se descubrió en los EE.UU. Allí está siendo investigado y en Europa hay ciudadanos que ya les han llevado a los tribunales. Dimitió un consejero delegado y el resto de miembros del Consejo de Administración se confundieron con la niebla a la espera de que la cosa escampe. No se recuerda a ninguno de los miembros del Gobierno alemán exigiendo la cabeza de los patrones de Volkswagen. Callan o hablan con la boca pequeña quienes tan severos fueron con Grecia y los griegos a quienes, en ocasión del famoso rescate, poco menos que estigmatizaron como un pueblo de corruptos.
El pasado lunes dimitió Wolfgang Nierbasch, presidente de la Federación Alemana de fútbol tras ser acusado en un caso de soborno en relación con la organización del Mundial de 2006 y también de evasión de impuestos. Ahora es Franz Beckenbauer quien está bajo la lupa ante fundadas indicios de haber intentado «animar» a Jack Warner, vicepresidente de la FIFA para que votará a favor de la candidatura alemana. Hace tres semanas, quien hubo de dimitir como presidente del Bayern, fue Uli Hoeness, condenado a tres años y medio de prisión acusado por el Fisco de haber evadido de 27 millones de euros.
¡Caramba con los amigos alemanes, siempre dispuestos a regalar recetas de moralidad calvinista a los pobrecitos europeos del Sur tan propensos a dejarnos llevar por la corrupción! Consejos doy que para mí no tengo.
Fermín Bocos