Quizás no sea el 'tuit' más «políticamente correcto» de todos los que han escrito desde el viernes noche los rostros más populares de la televisión, pero sin duda es el que mejor refleja lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir.
«Hijos de puta. Con todas las letras. #JeSuisParis«. Risto Mejide ha vuelto a demostrar que no le tiembla la voz ni el pulso cuando tiene que ser claro. Y en qué mejor escenario para serlo que en la masacre de París. Muchos le han retuitetado, mientras otros se lamentaban por no haber sido ellos quienes lo hubieran escrito.
La noche de metralletas y explosiones del viernes en París que, afortunadamente, no duró lo mismo que la 'noche de los cuchillos largos' que llevó a cabo el ejército nazi entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934 (asesinatos políticos, como podrían tildarse de alguna manera los de ahora), ha vuelto a unir a periodistas y televisivos contra la barbarie.
A la sinceridad de Risto ha habido que unir esta vez la filosofía de Jordi Évole («Breaking News. Breaking hearts»), el humor con mayúsculas de @elgranperich («¡No maten más, por Dios! Y especialmente: ¡No maten más por Dios!»), el estar siempre ahí, como su programa, de Jorge Javier Vázquez («Horror y sin sentido. Hoy todos estamos en París»), y el realismo, también como su 'España directo', de Roberto Leal («En una guerra, cruel y dramática, el enemigo está enfrente. Es un caballo de Troya»).
También, cómo no, el compañerismo de Ruth Lorenzo («Algunos despertamos ayer, vivimos y respiramos sin pensar que otros no despertarían hoy«) o las dotes futurólogas de Berta Vázquez, la actriz de 'Vis a Vis' que comparte su día a dia con Mario Casas («De esta manera, el ser humano no sobrevivirá por micho tiempo«). Esperemos todos que la chica sea una Rapel cualquiera.
Y, por supuesto, no faltó el 'peloteo coleguil' de gente como Ana Pastor, «Impresionantes las imágenes de las salidas de emergencia grabadas por Lemonde. Ahora en @DebatAlRojoVivo». Porque siempre está bien no cerrarse puertas y, al mismo tiempo, tener contento al marido.
García Ferreras no es Brad Pitt, como todo el mundo sabe, pero hasta con su gorro de mendigo, con el que, micrófono en mano, recorrió las calles de París en busca de testimonios, demuestra que es un gran periodista.
Lástima que siempre al final, con su máxima de rizar el rizo en todas sus conexiones, le pierda el amarillismo con el que cree se puede garantizar la máxima audiencia. Sí, Antonio, lo del reguero de sangre de una víctima de los terroristas sobraba.
La mosca