No soy analista político, ni de inteligencia. No pertenezco a ninguna catedra de historia, o algún colegio de sociólogos. Pero desde hace años convivo con musulmanes en uno de los barrios de Madrid, Lavapies, convertido en gueto por una inmigración indiscriminada y recalcitrante a la integración en nuestra sociedad.
Podría escribir este artículo-escrito tras los brutales atentados de Paris-, diciendo lo de siempre si fuera de derechas: que los yihadistas atacan nuestra forma de vida por su fanatismo religioso, que la culpa es de los gobiernos que permiten el asalto masivo a nuestras fronteras etc. Y si fuera de izquierdas podría escribir que Occidente es culpable por invadir Irak, por el racismo imperante en nuestra sociedad, que no se aplican suficientes políticas de integración etc.
Pero no es eso lo que yo he vivido todos estos años. No es ese en realidad el motivo por el cual, a mi entender, quieren destruirnos. El motivo es otro y resulta mucho más primitivo y compresible: el miedo.
Sí, porque en realidad, ellos nos tienen miedo. El miedo es la emoción preferida de nuestro cerebro ya que nos permite continuar vivo cada día. Los que carecen de él, suelen morir jóvenes. Cuando nos acostamos, no nos acordamos de las cosas que nos han hecho felices a lo largo de la jornada. Muy al contrario, pensamos en ese individuo que nos ha amenazado, ese recibo de luz que no hemos pagado y por el cual nos amenazan con cortarnos el fluido…Nos acordamos de eso, porque queremos seguir viviendo y viviendo bien, si eso es posible. Además, el miedo te vuelve menos inteligente, te encierra en ti mismo y consideras que todo a tu alrededor es una amenaza.
¿Y cuál es el verdadero motivo de ese miedo? Nos odian porque saben que somos mejores, que nuestra sociedad es mejor. En realidad les gusta mirar las piernas de nuestras mujeres en minifalda, tomarse una copa en una discoteca al ritmo de música house o estudiar con las nuevas herramientas que la tecnología pone a nuestro alcance. Por eso no pueden permitir que sus hijos e hijas estudien otra cosa que no sea el Corán, para mantenerlos en la ignorancia, encerrados en un mundo atrasado y congelado en la historia de la humanidad. Así mantendrán siempre el control de la población a sangre y fuego.
Porque ellos saben que nuestro modo de vivir es mejor, más atractivo, aunque lo consideren débil. Pero son conscientes de que la debilidad de nuestras leyes, la laxitud de nuestras costumbres vienen dadas precisamente por la ausencia de miedo. Nosotros no tenemos miedo atávico generalizado como las atrasadas sociedades musulmanas. Nosotros vivimos con alegría, desterrando prácticamente de nuestras mentes la idea de la muerte. Y son todas esas cosas las que nos diferencian de ellos.
Por eso no debemos asustarnos ante el pánico que quieren provocar, por eso no debemos cambiar nuestros hábitos, ni nuestra forma de vida. Son ellos los que nos tienen miedo y eso es lo verdaderamente importante. Y es imprescindible que la sociedad entera les demuestre que la auténtica libertad se consigue cuando no se tiene miedo del vecino o de la persona con la que te cruzas en la calle por la noche.
Y si es necesario que lo demostremos derramando nuestra sangre, hagámoslo. Pero sin miedo de hacerlo, convencidos de que hay veces que se nos exigen sacrificios más allá de lo posible. Nuestro éxito como cultura y sociedad es su fracaso.
Sin miedo y adelante.
José Romero