domingo, septiembre 29, 2024
- Publicidad -

El 20N y los parias de la Tierra

No te pierdas...

Ya está aquí el 20N, aniversario de la muerte de Franco, el último dictador que ha tenido este país. Los atentados perpetrados en Francia y la psicosis provocada por la amenaza terrorista harán que pase inadvertida, pero esta efeméride llega en 2015 cargada de simbolismo.

Su valor simbólico reside en que se cumplen 40 años de la desaparición del personaje que durante 39 años presidió la vida política nacional. De ello se pueden extraer dos conclusiones. La primera, que los españoles llevamos ya más tiempo sin Franco del que él pasó al frente del aparato del Estado. Y la segunda, que hay una generación entera de ciudadanos de mediana edad que hoy ocupan muchos de los puestos clave de la administración del país y que no han conocido otro sistema político que la democracia.

¿Y los más jóvenes? Hace poco le pedí a una veinteañera muy poco politizada que dijera de sopetón, sin pensar, las ideas que le venían a la cabeza cada vez que escuchaba la palabra Franco. “Dictadura, guerra, ultraderecha, nada bueno”, fue su respuesta espontánea.

Así las cosas, lo normal a estas alturas de la democracia sería que un régimen impuesto por la fuerza de las armas a costa de ríos de sangre fuera visto por la mayoría como una catástrofe histórica superada. Así ocurre en Alemania e Italia, donde el recuerdo de las dictaduras padecidas en el siglo XX provoca un sentimiento de vergüenza casi unánime. Sin embargo, algo anómalo pasa en España para que la figura de Franco aún desate pasiones políticas de todo tipo y su régimen sea motivo de controversias.

Conviene señalar que Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde, ‘el Caudillo’ o ‘el Generalísimo’ para sus amigos y ‘el Cerillita’ para sus detractores, es el militar que más españoles ha matado en toda la larga historia de este país. Provocó una guerra que costó la vida a medio millón de sus compatriotas, de los que 130.000 fueron fusilados en la retaguardia de su propio bando por pensar diferente. De ellos, más de 100.000 siguen enterrados en las cunetas. Usurpó el poder durante 39 años, en los que privó a España de la modernización que alcanzó Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial y lo abandonó igual que lo había tomado, fusilando a personas de su propio pueblo.

El único intento serio realizado en este país por superar su funesta herencia fue la aprobación de la llamada Ley de Memoria Histórica. Sorprende que su aplicación haya sido obstaculizada por la actual derecha democrática, que dejó pasar una oportunidad histórica de sacudirse su mayor complejo y liberarse de una herencia histórica que en nada beneficia a su proyecto ni a la deseada reconciliación nacional. Y sorprende aún más que líderes como Albert Rivera, que presumen de querer modernizar la política, digan que tampoco está entre sus preocupaciones hacer cumplir la ley en lo que afecta al cambio de nombres de calles y plazas que honran a los franquistas.

La actual derecha democrática dejó pasar una oportunidad histórica de sacudirse su mayor complejo y liberarse de una herencia histórica que en nada beneficia a su proyecto ni a la deseada reconciliación nacional

Cada vez que llega el 20N me pregunto cómo es posible que el último dictador de España tenga un mausoleo al que sus seguidores peregrinan para rendirle homenaje. La fundación que lleva su nombre ha encargado una Misa conmemorativa del 40 aniversario en recuerdo suyo y en el de “todos los caídos por Dios y por España”, y se prepara para celebrar dentro de dos semanas un banquete en su honor en un hotel de Madrid.

Estremecen hoy las imágenes de su funeral hace 40 años y el patético desfile de fieles que se cuadraban ante su cadáver. Y llama la atención el escaso número de líderes mundiales que acudieron a despedirlo. El plantel de jefes de Estado lo encabezaba el también general y dictador chileno Augusto Pinochet, ferviente admirador suyo y de sus métodos de exterminio de la oposición. Y lo completaban los reyes Hussein de Jordania y Raniero de Mónaco. Toda una alineación de apestados y parias políticos de la época. Por eso pienso que si hubiera que elegir una canción para ponerle una banda sonora a aquel acontecimiento, podría empezar así: ¡Arriba, parias de la Tierra!

César Calvar

Artículo anterior
Artículo siguiente

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -