domingo, septiembre 29, 2024
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La guerra sin atributos del terrorismo islámico

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Las guerras antiguas tenían enemigos conocidos, cuyos códigos de comportamiento eran previsibles pues participaban de la misma gramática histórica. El ISIS o EI no encaja en los arquetipos del enemigo tradicional. No es marxismo, ni fascismo, ni nacionalismo, ni es subversión. No hay objetivo de revolución ni de liberación.

Los conceptos clásicos de espacio (campos de batalla, transportes, territorios a ocupar, etc), de tiempo (duración del conflicto, treguas) y los de superioridad o fuerza, los objetivos militares y políticos, o religiosos, han desaparecido. El pensamiento de Clausewitz de la guerra, respondía a un concepto hegeliano del enfrentamiento y de la hegemonía. Antes, había una cierta lógica común, destruir un Estado, no necesariamente los individuos, incluso la de evitar la catástrofe nuclear. EI no ha tirado una bomba atómica porque no la ha conseguido. En su mentalidad suicida, eso sería un paso más y muy coherente con su fanatismo.

En la disuasión jugaba el cálculo de probabilidades porque el enemigo se movía en el mismo esquema racional, solo que inverso. Aquí no hay convenciones, ni hay tratados, ni control de armamentos, ni disuasión, ni regla humana alguna conocida. Clausewitz ha pasado a los archivos históricos, como pasan Nguyen Giap o Mao, el Che y probablemente hasta Sun Tzu. Con sus ideas no conseguimos entender cómo podremos vencer al EI.

EI es insignificante ideológicamente, de ahí su peligro. No tiene significación política. No tiene objetivos o fines políticos. Y sus mensajes están al alcance de cualquiera, sin más aparato teórico ni más objetivo que la destrucción. No hay posibilidad de diálogo, de armisticio, de coexistencia ni de tregua. Sus valores consisten en el asesinato masivo, el robo, las torturas y la violación. Y sus seguidores, activos o pasivos, son impermeables a toda acción cultural o benéfica. No tiene un objetivo político realizable y sabe que no podrá destruir su odiado mundo occidental, de ahí su insignificancia ideológica. Sólo podrá hacer daño, matar individuos, pero carece de objetivos políticos (la guerra para Clausewitz era un instrumento de los objetivos y fines políticos).

EI es insignificante ideológicamente, de ahí su peligro

Tenemos que desmontar esta especie de culpabilidad occidental que, lo mismo con otros asesinos, pretende explicar sus motivos. Los asesinos de Madrid, los de París, eran personas nacidas y formadas en Europa, beneficiarios de un generoso –y dispendioso- Estado de bienestar, con viviendas protegidas, escuelas, sanidad. No hay desarraigo que valga para explicar por qué jóvenes de Londres o de Molenbeek se hacen yihadistas. Esa “explicación”, que hace unos días TVE proclamaba, trata subrepticiamente de cargar la responsabilidad a las sociedades europeas; que son abiertas, generosas y han acogido millones de musulmanres.

Dense una vuelta por Molenbeeek, por ciertos barrios de París: mujeres veladas y sumisas, hombres voluntariamente en el paro (pagado), los ayuntamientos belgas subvencionando mensualmente los hijos menores de 18 años de los inmigrantes. Molenbeek (el molino del arroyo, en viejo flamenco) era un barrio bruselés tranquilo, modesto y pobre incluso; hoy es una concentración de islamismo como no se ve ni en Marruecos, por ejemplo, que es tolerante y amigable. La comisaría de policía es desde hace años un auténtico bunker, un blocao meramente defensivo. Por sus calles se pasean petulantes jóvenes agresivos, hostiles e impermeables a toda culturización, aunque sean segunda o tercera generación. Sin voluntad alguna de integrarse, al revés, con odio a lo occidental, cristiano o judío, es decir a nuestra civilización y nuestros valores. Bástanos ver cómo se comportan en el metro en París y en los tranvías de Bruselas, cómo acosan a chicas europeas, como desafían a la autoridad, desde el taquillero del metro hasta el policía. El vivero de yihadistas es, virtualmente, inagotable.

Comprendo que se diga que no bastan las armas para combatir al EI, pero desde luego la cultura no es suficiente. Pío deseo de nuestra siempre bienpensante izquierda. Buenismo ingenuo y peligroso. Los yihadistas y sus admiradores no comparten valor nuestro alguno, ni la libertad, ni la separación de religión y sociedad, ni la situación de las mujeres, nada. Llevamos décadas pagando escuelas, formación profesional, desempleo, y todo eso les ha resbalado a los yihadistas.

EI nos engaña porque usa armas sofisticadas y utiliza –a las mil maravillas- las nuevas tecnologías de la información, muchos de sus secuaces hablan idiomas, usan transportes rápidos y elevan a héroes a sus matarifes. Es aparentemente moderna.

La lucha contra el EI es policiaco-militar y eso nos sitúa en una difícil tesitura jurídica. La fuerza, la represión, no suele ser preventiva, debe apoyarse en hechos probados. Las escuchas, los arrestos cautelares, los destierros, las expulsiones fulminantes son medidas que no nos gusta tomar, pero el EI se escuda precisamente en eso, en las garantías de nuestro ordenamiento jurídico. Lo mismo que se escuda, físicamente, en medio de poblaciones inocentes por lo que los bombardeos también causarán daños colaterales.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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