Albert Rivera dijo el otro día que en política debían estar los nacidos después del 78. A lo mejor fue una broma, o le interpretaron mal, pero a esta periodista nacida bastante antes -mucho antes- se le quedaron los ojos a cuadros, porque casi todos los mejores eran mayorcitos en esa fecha.
Debe ser cosa generacional de la arriba firmante, pero por mucho que al líder de Ciudadanos le atraigan los muy jóvenes, los del plan antiguo son muy aprovechables aunque la mayoría de los dirigentes actuales los hayan dejado fuera de juego. Aunque los recuperan ahora para la campaña. Sánchez por ejemplo contará con todos los ex secretarios generales, debe ser que se ha dado cuenta de que tienen más tirón que la mayoría de los candidatos. Donde haya un Felipe o un Rubalcaba, que se quiten algunos de los que ahora colocan en lugar de honor en la cartelería electoral.
Sin ir más lejos, ahí tenemos a Pepe Blanco, compañero de esta Estrella, dando el callo en Estrasburgo y Bruselas. Allá los actuales dirigentes de Ferraz con sus fichajes y asesores, Blanco les iluminaría como solo él sabe hacerlo. Hace algo más de un año alertó a quien debía alertar sobre las expectativas de Ciudadanos, pero le hicieron poco caso. Y así va la cosa, con Rivera disputando espacio electoral a Sánchez. El olfato se hace a base de tiempo. Como conocer en profundidad los problemas, hacer bien las cuentas, diferenciar entre demagogia y propuestas factibles o saber que no es lo mismo un problema que una contrariedad.
Aznar ha irrumpido en la precampaña aunque nadie le ha invitado a participar en la campaña. Se comprende. Ha lanzado algunas pullas contra Rajoy que han dolido, y además conviene que se corra un tupido velo sobre las consecuencias de haber apoyado la guerra de Irak –aunque no participamos en ella- que ha tenido las nefastas consecuencias que se preveían, como asumen ahora casi todos los que en su día se colocaron al lado de Bush hijo. Ha irrumpido en campaña nombrando cuatro nuevos patronos de Faes, de los que tres las han tenido tiesas con Rajoy, María San Gil, Cayetana Álvarez de Toledo y Alberto Ruíz Gallardón. El cuarto, Pablo Casado, se formó en política de la mano de Aznar y siente un profundo afecto y respeto por el ex presidente, pero ha sido Rajoy el que le ha elevado a las alturas con una vicesecretaría general.
Es evidente que la relación entre Rajoy y Casado es de absoluta confianza, pero no forma parte de su círculo más estrecho, probablemente porque no hace tanto tiempo que se conocen. De hecho, por lo menos hace unos días, Casado ni siquiera tenía el móvil de Rajoy. Aunque tampoco lo necesita, el comité de dirección se reúne constantemente y, si no, para una emergencia siempre está ahí el gabinete telefónico de Moncloa, del que siempre decía Felipe González que es lo que mejor funciona en España.
Esta semana previa al inicio oficial de la campaña, se han escuchado tonterías impropias de un país serio con dirigentes que supuestamente deben ser serios también. Que Carmena haya propuesto la creación de aparcamientos para mujeres con tiendas y peluquerías es un insulto a las mujeres que se han dejado la piel por quitarse de encima la imagen de poupées y demostrar que son tan capaces como cualquier hombre de llegar a donde se propongan. Y que Artur Mas aconseje a los farmacéuticos que pongan una vela para cobrar, es algo indignante. Pero al presidente catalán en funciones, capaz de cualquier cosa con tal de ser nuevamente presidente, se le perdona todo. Se envuelve en la bandera estelada, lanza soflamas victimistas y se le perdona todo. Hay que ver la que ha montado simplemente porque el gobierno le ha advertido que va a controlar qué hace con los dineros que da a los catalanes. A los catalanes, no a los proyectos independentistas de Mas.
¿Es eso una agresión de “Madrid” a Cataluña?
Pilar Cernuda