España tiene un presidente, Mariano Rajoy, que parece estar en funciones pero que no lo está, y tiene tres ex presidentes vivos: Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando no pasa nada o al menos no sucede nada importante, nadie repara en lo que dicen, porque a veces ni siquiera ellos dicen nada, lo cual es lógico. No se trata de hablar por hablar. Pero cuando pasa algo, casi todas las miradas se centran en ellos. En París ha pasado algo, algo muy importante.
A quien más le correspondía mojarse, Mariano Rajoy, ha optado por mirar hacia otro lado. Como si no fuera con él la cosa. Una vez más, Rajoy vuelve a practicar aquello de Franco: tiene dos carpetas, una carpeta para los problemas pendientes y otra para los problemas que se resuelven solos con el paso del tiempo. Políticamente hablando, donde vive Rajoy no vive nadie.
Una vez más, ha sido Felipe González quien ha afrontado con criterio el desafío yihadista; es decir, con profundidad, con perspectiva de las cosas, sin titulares para la galería e incluso con cierto respeto al actual inquilino de la Moncloa. «Veo a demasiada gente mirando hacia otro lado», señaló el ex presidente Felipe González, en una crítica implícita hacia Mariano Rajoy, a quien no citó por su nombre, sin saber explicarse, como tantos otros españoles, que se diga que España está a la espera «de lo que diga Francia».
Cuesta asimilar la indefinición política española en el mundo, lo cual lastra la imagen de la marca España, más que cualquier crisis de una multinacional española, como puede ser ahora el caso de Abengoa.
Los españoles aceptarán votar el 20-D sin exigir a sus candidatos ideas y propuestas claras
España pasó de la foto de las Azores, en un gesto exagerado de José María Aznar para la propia dimensión del país, a no hacerse ni siquiera una foto de Mariano Rajoy con el exigido presidente François Hollande. Es evidente que España no es un país asentado y con una política exterior coherente, a la altura de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e incluso Italia. Pero lo curioso es que tampoco es Suiza o Suecia. Es más, parece que los españoles aceptarán votar el 20-D sin exigir a sus candidatos ideas y propuestas claras, sin coñas marineras, ante cosas en las que nos va la vida a todos.
José Luis Gómez