domingo, noviembre 24, 2024
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Vergüenza ajena

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Un notable showman de televisión le dijo una vez que parecía un robot que repetía lo que unos minutos antes le preparaban en un folio. Creo que hay pocas formas mejores de describir la inanidad política que transmite este señor.

En el Partido Socialista se ha producido un fenómeno que se describe en varios tratados de ciencia política de carácter canónico, el empobrecimiento de los cuadros de un partido que poco a poco recorta las vías virtuosas de accesos a la responsabilidad política y las sustituye por el  “sí, señor”, el peloteo, el apartar a los valiosos que compiten simplemente porque son mejores que los que en ese momento manejan el aparato del partido. Toda la suerte de bajezas, mezquindades e injusticias que ayudan al ascenso a personajes neutros que no dicen nada, que no saben nada, que representan a nadie y la nada.

Pedro Sánchez es paradigma, quintaesencia y consecuencia de esa corrupción de valores que el artículo 6 de nuestra Constitución quería proteger, de esa atmósfera política más contaminada que la boina gris plomo sobre el cielo del Madrid carmenita, de ese rosario de vendettas sucesivas en el seno del Partido Socialista que lo han dejado sin tanta gente valiosa que sin duda tuvieron y también sin duda tendrían.

En el fondo produce un poco de lástima que en su escasez de recursos se vea obligado a una prestidigitación política que le lleva a apoyar la reforma Zapatero del artículo 135 de la Constitución, verdadero origen de todos los recortes, y luego a decir que está en contra y volvería atrás, a salir de los primeros en apoyar a Francia en las decisiones post-Bataclán y a los dos días que él está contra la guerra, a decir que hay aspectos de la reforma laboral que mantendría porque se han demostrado útiles y acertados  (supongo que por eso o quizás no sabe ni él por qué) y luego decir que no se había expresado bien, a proponer la supresión del Ministerio de Defensa para desdecirse a los cinco segundos y tantas y tantas propuestas posteriormente retractadas que inducen a preguntarse si nuestro país sería un lugar mínimamente seguro con alguien tan delicuescente en sus opiniones.

Son los propios socialistas los que deberán hacer balance tras estas elecciones

No debo entrar en los daños graves que en su partido ha producido y de los que no me alegro en absoluto porque creo que son malos para España. El Partido Socialista es una de las bases sobre las que se sostiene nuestra arquitectura institucional, un bipartidismo imperfecto que ha conseguido un país con el progreso como referencia en los últimos treinta y cinco años, con la grave mácula de la corrupción (en lo que tiene mucho que ver la falta de transparencia en los procesos de selección internos de los dos grandes partidos y de Izquierda Unida también) pero con una calidad de convivencia  que se desconocía en los doscientos años anteriores. Son los propios socialistas los que deberán hacer balance tras estas elecciones de las masacres internas que Pedro Sánchez ha cometido o propiciado, de su incapacidad de ofertar a la sociedad española un programa socialdemócrata coherente y de su comportamiento infantil al querer imitar a Pablo Iglesias y Albert Rivera con una liviandad que produce vergüenza ajena. Muy ajena pero mucha vergüenza.

Juan Soler

Senador de España

Juan Soler

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