Las redes se llenaron de 'memes' en media hora. Esas fotografías en la Red trucadas, satíricas, la mayor parte de ellas con mucha gracia, saturaron Twitter durante el debate 'decisivo' entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Confieso que disfruté con los tuiteros ingeniosos más aún que con el debate, y reconozco que también disfruté -si es que así se pueden calificar la excitación y una cierta rabia contenida- con el intercambio de golpes entre los dos contendientes. Hubo memeces tanto en las redes -que se cebaron con el moderador: qué pasión contra el hombre de paz, tan hispana- como en el propio debate. Y alguna hasta en el posdebate con los otros candidatos a la Presidencia del Gobierno, ya en otra tele y con otros horarios intempestivos. Me dormí, de madrugada ya, escuchando opiniones variadas sobre el encontronazo -sí, mejor ese calificativo que el de debate- y con la sensación de que el ganador, ahora que tan de moda está hablar de ganadores y perdedores, estaba entre Rivera e Iglesias, que se alejaron del acartonamiento, de la vieja política representada en el cruce de guantes entre Rajoy y el secretario general del PSOE.
Dos políticos no se pueden llamar «indecente», «ruin», «miserable» y «mezquino» sin que haya consecuencias
Lo que me importa ahora son las consecuencias: dos políticos no se pueden llamar «indecente», «ruin», «miserable» y «mezquino» sin que haya consecuencias. La más visible, el adiós a un pacto entre las que hasta ahora son las dos principales formaciones nacionales. Siempre me ha ilusionado un utópico acuerdo entre el PP y el PSOE para poner unas toneladas de modernidad, de más democracia, de mayor equidad, de regeneración política, en este país nuestro. En este sentido, comprenderán ustedes que salí del espectáculo televisivo profundamente decepcionado. Si el acuerdo PP-PSOE ha de pasar por un entendimiento entre Rajoy y Sánchez, apaga y vámonos; jamás he visto al flemático Rajoy tan alterado como cuando el líder socialista le dijo que no era decente. Creo que ese agravio tardará el presidente en olvidarlo, y antes consentirá en dar un portazo y dejar a otro/a que acuerde con el PSOE en nombre del PP. Otra cosa sería que unos desastrosos resultados electorales, que hoy por hoy se descartan, forzasen la inmediata dimisión de Pedro Sánchez, abriendo un período de inestabilidad muy poco deseable en el PSOE.
En principio, el debate de este lunes cierra una hipótesis de pacto. La política hace, es cierto, extraños compañeros de cama. Pero no cuando, tras un breve período de entendimiento, se llega a las injurias en lo personal. Une memez, que contribuye poco a cimentar el prestigio de la política y que consolida la sensación de que con el 'y tú más' no podemos seguir: vieja política, ya digo. Por eso la gente se lo toma con humor y nos bombardea con 'memes' que tanto nos hacen reír, y lo siento por el pobre moderador, que se encontró con la imposible tarea de mediar en una batalla desatada: en esos casos, el primero en morir en la contienda suele ser quien intenta imponer moderación y buen sentido. Luego puede que muera uno de los contendientes. O ambos, quién lo sabe.
Fernando Jáuregui