martes, septiembre 24, 2024
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Prometer hasta meter

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A tres días de la votación del 20D, todo periodista de raza daría unos cuantos años de vida por conseguir el cuaderno de cualquiera de los jefes de campaña electoral de los candidatos en liza. Porque en las libretas –o tabletas- que manejan los principales asesores de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias o Alberto Garzón está la verdad dura y desnuda sobre quiénes son los aspirantes a gobernar, qué piensan sobre los electores y cuáles son sus verdaderos planes para este país si ganan en las urnas.

Quien escribe ha tenido el privilegio de acceder, en medio de la vorágine de la información electoral, a la lectura de uno de esos cuadernos de campaña y extraer una serie de fragmentos muy valiosos. Son notas que corresponden a la estrategia de un candidato, pero son indicativas de lo que puede pasar por la cabeza de todos ellos en estos días. Antes de desvelar de quién se trata, conviene citar varias frases del texto.

Uno de los pasajes más interesantes de ese breviario de campaña condensa todo un tratado sobre artimañas para seducir a los electores y atraer sus votos. El truco está en decirles sólo aquello que quieren oír. Un aspirante –viene a decir el texto- jamás debe contradecir o negar lo que demanden los electores, ni siquiera cuando sepa que le será imposible cumplir sus promesas. De esa estrategia se desprende que los votantes deben de hacerse a la idea de que formular una petición a un candidato en época electoral es como escribir a los Reyes Magos. Cualquiera que haya sido niño sabe que Sus Majestades de Oriente nunca dicen que no a nada, pero tampoco traen lo que les piden sino lo que a ellos les da la gana.

Por eso, el autor de estas notas de campaña recomienda al candidato al que asesora no escatimar promesas. Prometer todo lo que haga falta, hasta meter la cabeza en el Gobierno. Y luego ya se verá lo que pasa. Porque –según dice textualmente- “las promesas quedan en el aire, no tienen plazo determinado de tiempo y afectan a un número limitado de gente; por el contrario, las negativas te granjean, indudable e inmediatamente, muchas enemistades: y es que son más las personas que piden poder disfrutar de los servicios de uno que las que, de hecho, acaban disfrutando de ellos”.

De las anotaciones de este profesional también se deduce que un aspirante debe de adquirir cuantos compromisos le salgan al paso, sin pararse a pensar en qué medida se mantiene fiel a su programa de Gobierno. Los imprevistos y las casualidades de la vida se encargarán de dictar qué es y qué no es posible. “El azar ocasiona que vaya bien un asunto con el que no contabas, y, en cambio, que  vaya mal otro que creías tener por la mano; por lo tanto, decía, lo último que se debe temer es que se enfade la persona a la que has mentido”, reza otro de los pasajes.

¿Y qué pasará cuando, pasadas las elecciones, los votantes se enteren de que el elegido traiciona sus promesas? Pues, según este jefe de campaña, nada. Cree que los sufridos ciudadanos entenderán perfectamente que el candidato no tenía otra opción que mentir. “Es preferible que, de vez en cuando, unos pocos se enfaden contigo”, sugiere el asesor, “habida cuenta sobre todo de que se enfadan mucho más con los que les han dado una negativa que con aquel que, al parecer, se ve impedido a ayudarles por algún motivo importante, pero que, si de algún modo pudiera, cumpliría gustosamente con su promesa”.

Queda claro así que para este director de estrategia electoral no pasa nada si su político promete en campaña, por ejemplo, bajar los impuestos, subir las pensiones, abaratar la luz o mejorar la sanidad y la educación y después al llegar al Gobierno hace todo lo contrario. Su equipo da por descontado que los votantes entenderán que, de haber podido, habría ajustado sus políticas a los compromisos adquiridos, pero las circunstancias han empujado a hacer todo lo contrario. Suena familiar, ¿verdad?

El lector avezado habrá adivinado ya quiénes son el candidato y el jefe de campaña que están detrás de una estrategia tan actual como la que reflejan estas anotaciones. Pero, por si quedaran dudas, aclaro que los fragmentos reproducidos arriba corresponden al Breviario de campaña electoral de Quinto Tulio Cicerón, que asesoró a su hermano mayor Marco Tulio Cicerón cuando se presentó, en el año 64 antes de Cristo, para ser cónsul de Roma al año siguiente, en el 63 . Por cierto, ganó. Y uno piensa al leer estas cosas: ¡Qué poco ha cambiado la política en dos mil años!

César Calvar

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