El debate del pasado lunes entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez pudo dejar un sabor agridulce a cuenta de que Sánchez señalara a Rajoy que no era una persona decente. Políticamente. Muchas vestiduras se están rasgando por esta afirmación pero, de modo interesado, por la forma y no por la substancia.
Los que respaldan a Rajoy intentan desviar un tiro certero de Sánchez pretextando que el gancho del socialista al popular no era un golpe dado educadamente. Sin duda fue un directo con los nudillos sin que lo amortiguara ningún guante de boxeo.
Al mensajear a Bárcenas pidiéndole que fuese fuerte Rajoy cometió una muy grave falta política. En ningún caso podía el Presidente del Gobierno de todos los españoles dar ánimos a quien acababa de ser encarcelado por graves sospechas de corrupción en beneficio propio y de su partido. Por menos se dimite en países como Alemania o el Reino Unido. Estaremos en Europa pero nos queda aún mucho ropaje democrático por vestir.
Además, ser fuerte ¿para qué? ¿Eran ánimos al amigo en apuros o se trataba de que no abriese la boca, esa por donde mueren los peces? La pregunta es legítima. Esos y otros ánimos a Bárcenas fueron incorrectos políticamente, por decirlo finamente.
Los «papeles» de Bárcenas contienen acusaciones graves para muchos del PP, incluso para Rajoy. Muchas afirmaciones son difíciles de verificar mientras otras han sido comprobadas por el Juez de instrucción. No parece, pues, que todo lo que diga el ex-tesorero del PP sea falso. Judicialmente rige la presunción de inocencia. No así políticamente. La mujer del Cesar no sólo ha de ser intachable. También debe parecerlo. Es en esto donde duele, y mucho, el gancho de Sánchez. Rajoy debía haber dimitido tras sus intercambios con el tesorero encarcelado. Esa es la grandeza de la política cuando se sirve democráticamente al país.
Rajoy debía haber dimitido tras sus intercambios con el tesorero encarcelado
Rajoy se sintió ofendido por Sánchez pero no justificó su comportamiento de entonces. Será porque es injustificable. Apenas contratacó mencionando los ERES del socialismo andaluz. Los responsables materiales de esa importante corrupción están ante la justicia y los responsables políticos también después de haberse marchado del tablao político. Los jueces dirán si tienen algún tipo de responsabilidad, pero hasta que llegue ese momento están en sus casas y no en escaños o al frente de responsabilidades políticas de gobierno.
El PSOE ha rendido cuentas de sus escándalos de corrupción y renovado a sus responsables políticos aprovechando la circunstancia para rejuvenecerse. Más que un partido viejo tiene solera de 136 años. Sus responsables son tan jóvenes como los de Ciudadanos o de Podemos que tampoco están inmunes a episodios de actuaciones impropias.
El problema de fondo no es, pues, de educación. Es de honestidad política. Algunos podrán horrorizarse por las formas y la dureza de Sánchez pero ello no es razón para desechar la substancia de la acusación. La política es dura y todos dicen cosas muy fuertes en todos lados. Ya lo dijo Harry Truman, un antiguo Presidente de los EEUU: «If you can´t stand the heat, get out of the kitchen». Si no aguantas el calor de los fogones, sal de la cocina.
Rajoy solo aceptó este cara a cara en la campaña para el 20D y se zafó del debate celebrado el lunes anterior «a cuatro» delegando en su mujer de confianza, una descortesía con los telespectadores y con los otros candidatos. Albert Rivera aprovechó para decirle a Soraya Sáenz de Santamaría que la ausencia de su jefe lo era por no querer responder por su gestión, incluidos los temas desagradables. Nadie podía, pues, esperar inmunidad alguna en el cara a cara entre Sánchez y Rajoy. Puede que al lanzar su gancho a Rajoy, Sánchez se pasara en su ímpetu por lo que ambos cayeron al barro. Pero lo importante no es el barro, sino que Sánchez le espetara a Rajoy lo que muchos españoles piensan sobre su apoyo a Bárcenas mediante su teléfono móvil, si es que ese aparato no fuese el oficial, lo que sería aún peor.
En cuanto al otro lado del Atlántico, se está dibujando ahora una falta de honestidad política en Venezuela donde Maduro está inventando una Parlamento “comunal” de municipios para no reconocer la mayoría absoluta y legítima que la oposición ha conseguido en la Asamblea venezolana tras las elecciones. Una forma de Golpe de Estado. Chaves y Maduro son dos ídolos de Pablo Iglesias. ¿Le parecerá bien esta iniciativa bolivariana? ¿Un precedente para España?…
Carlos Miranda
Embajador de España
Carlos Miranda