viernes, noviembre 29, 2024
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Irredentos ciclistas urbanos

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El otro día al anochecer, por la bella mas peligrosa avenida Marginal de Lisboa a Cascais, una ciclista avanzaba, sin luces ningunas, vestida de gris, pedaleando impávida, suponiendo que todos la veríamos. Circulaba con grave peligro para ella, inconsciente, jugándose el tipo.

Las bicicletas en las zonas urbanas son arriesgadas, para los ciclistas y también para los viandantes. Soy ciclista, tengo una Fuji y una Batavus, y estoy a favor de reducir el CO2, pero no a cualquier precio. Desde que el alcalde de París, el ecologista -y muy egocéntrico- Delanöe, implantó las bicicletas, todos los munícipes que se quieren crear un aura de correctos, han ido copiando la idea. Es una idea progresista, aplaudida por todos, menos por los taxistas y los repartidores en camionetas, que juran contra estos obstáculos y detestan a los ciclistas.

Pero es lo cierto que muchos ciclistas, de repente, se han creído que todo les está permitido y se han hecho bastante cerriles. Van por las aceras, se saltan pasos cebras, culebrean por los atascos, y avasallan a las abuelas que lentamente van a sus compras y su paseos. En Madrid, en esa especie de vía ciclista de la calle de Serrano, hay que ir con cuidado porque un raudo ciclista te puede llevar por delante cuando pacíficamente, esperamos en la acera para cruzar. ¿A qué mente lúcida se le habrá podido ocurrir ese sistema de vía para bicicletas? Quizá habría que demarcar vías sólo para ciclistas y, en contrapartida, prohibirles algunas por la peligrosidad. Y, por supuesto, calles vedadas a los automóviles privados.

Muchos ciclistas, de repente, se han creído que todo les está permitido y se han hecho bastante cerriles

Al fin y al cabo, la bicicleta es un vehículo y debe respetar ciertas reglas, incluso la de llevar una identificación visible para evitar la impunidad, y respetar la seguridad propia y la ajena, además de civismo, esa palabra de tan poca estimación en España (otra que la Real Academia debería descabalgar del diccionario, por desuso).

Es curiosa esta tendencia a convertir nuestros derechos en privilegios. Es humano. Parece haber en bastantes ciclistas una especie de afán de revancha que los convierte de ecologistas en abusones. Los derechos propios acaban al confrontarse o tropezarse con los derechos de los demás. Esta es una de las reglas primordiales del Derecho, casi la primera.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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