lunes, septiembre 23, 2024
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Cataluña marca el paso

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Quietos todos parados hasta que se decida qué ocurre en Cataluña. 

De Cataluña ha hablado Rajoy con los tres interlocutores que ha tenido hasta ahora, en el sentido de que hay que esperar a ver qué pasa con Artur Mas antes de abordar negociaciones sobre un futuro gobierno, porque el panorama no es igual si es investido un presidente independentista que si hay que repetir las elecciones

Rajoy hasta ahora no ha ofrecido nada  a nadie a pesar de lo que se ha dicho y escrito, aún no ha entrado en esa fase de negociación.  Lo único  que tiene claro el presidente es que hará cuanto esté en su mano para impedir lo que en su círculo llaman “un frente popular”, mientras que lo único que tiene claro Pedro Sánchez  es que hará cuanto esté en su mano para que Rajoy no sea presidente.  Con esas premias sobre la mesa, Albert Rivera defendiendo la necesidad de alcanzar acuerdos de estabilidad  y Pablo Iglesias a lo suyo, que es seguir ganando terreno al Psoe, algún día no muy lejano empezarán a negociar todos con todos, y nadie tiene la menor noción de qué puede salir. Pero si Cataluña queda en manos de un Mas que no acepta la legalidad, se puede apostar que el empeño de los partidos constitucionalistas por plantar cara conjuntamente a los independentistas, será férreo y quizá de ahí salgan acuerdos de gobierno hoy impensables.

Entre otras razones porque quien se obceque en el obstruccionismo tiene todas las de perder. Los electores no perdonan a quien antepone sus intereses a los intereses de todos los ciudadanos. Y hay más: si no hubiera manera de  llegar a un acuerdo de gobierno y tuvieran que repetirse las elecciones, los peor parados serían  Psoe y Ciudadanos, así que tanto a Sánchez como a Rivera les interesa volcar sus  esfuerzos en llegar a pactos que concluyeran en un gobierno estable y sensato, creíble y sobre todo que no se echara a monte.  Que no está el país para aventuras, con la que está cayendo.

Si no hubiera manera de  llegar a un acuerdo de gobierno y tuvieran que repetirse las elecciones, los peor parados serían  Psoe y Ciudadanos

Se inician las negociaciones con alguna que otra convulsión en los partidos que deciden. En el PP las aguas están tranquila, pero a nadie se le escapa que si esto no sale bien empezaría la lucha por sustituir a Rajoy. Quizá no habría problema para que fuera nuevamente cabeza de cartel si se repitiera el proceso electoral,  pero si no gobierna, entonces  se abriría irremediablemente el proceso de renovación. Se haría sin embargo manteniendo respeto a la figura del hoy presidente, que a pesar de que provoca un rechazo inconmensurable de un sector importante de la sociedad, es más querido en su partido de lo que se piensa. Querido, que no es lo mismo que apoyado contra viento y marea, caiga quien caiga sea cuales sean las circunstancias. De ahí que, cuanto llegue el momento -que llegará algún día, quizá más lejano de lo que le gustaría a Sánchez- será despedido con afecto. Con respeto .

Cosa que no puede decir Pedro Sánchez. La batalla contra  él es a degüello y en estos momentos es impredecible saber  quién la va a ganar.  Son muchos los que no ven  ni un solo mérito en el secretario general, y los pocos que le apoyan no tienen  suficiente poder como para sostenerlo. Cuenta a su favor que Susana Díaz todavía no ha decidido qué hacer con su vida, pero si se le ocurriera anunciar que está dispuesta a pelear por la secretaría general, a Sánchez  le quedarían pocas posibilidades de mantenerse en el cargo. Y a Díaz la están presionando hasta la saciedad. El problema – aparte del personal, que no es menor, Sánchez no lo debe estar pasando nada bien con tanto puñal en la espalda- es que su capacidad de negociar con Rajoy se ve muy deteriorada. ¿Puede Rajoy pensar que lo que acuerde o no acuerde con Pedro Sánchez va a misa?

Y volvemos al inicio. A Sánchez le están preparando la cama desde hace tiempo, casi desde el mismo día que fue elegido secretario general. Pero lo que ha desencadenado la  guerra actual ha sido su intención de negociar con un Podemos que enarbola la bandera del referéndum independentista. Y a Sánchez le faltó cintura para proclamar antes que nadie –lo dice ahora- que de ninguna manera se sentaría con Pablo Iglesias si no renunciaba previamente al referéndum.

Pilar Cernuda

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