martes, septiembre 24, 2024
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La muerte de Artur Mas

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Confirmado. Ni Jordi Pujol es Molt Honorable, ni su sucesor Artur Mas podía haber caído más bajo en la política, colocándose a la altura del betún de los zapatos.

Con la negativa final de los antisistema de la CUP de no apoyar la investidura de Artur Mas, esta formación política no sólo ha dado la espalda a las pretensiones del actual Presidente de Cataluña, sino que además con la llegada del nuevo escenario, tras la opereta bufa servida en distintos actos y con empates incluidos en sus asambleas, los antisistema secesionistas ahora han hecho descarrilar paradójicamente el proceso independentista de Cataluña. Han escrito ellos mismos el epitafio de Artur Mas, que podría ser algo así como «esto le ocurrió al vanidoso de Mas por dejar en manos de un puñado de antisistemas el futuro de Cataluña».

Ni Jordi Pujol es Molt Honorable, ni su sucesor Artur Mas podía haber caído más bajo en la política

La cruda realidad es que normalmente el que da de comer a la fiera y entra en su jaula para alimentarla todos los días, tiene muchas papeletas de ser atacado o devorado por esa fiera.

Y eso le ha ocurrido a Artur Mas, quien ya sabe que sus heridas son mortales. En los últimos coletazos que intente dar en su agonía se le pasarán muchas imágenes por la mente a quien era el President que se veía coronado en su idílico paraiso catalán como el conseguidor de la ruptura con España y que pensaba que pasaría a la historia como el adalid de la independencia de Cataluña. En esos sueños megalíticos sus estatuas se erigirían en calles y plazas de todos los rincones de Cataluña, que por supuesto llevarían su nombre en letras doradas, para de esta manera ser venerado por el pueblo nacionalista catalán. Además en su mente agónica estarían grabadas aquellas manifestaciones masivas repletas de esteladas, o sus cadenas humanas recorriendo la geografía catalana de norte a sur, y de este a oeste. O como no, sus apariciones en el palco del Nou Camp aclamado por sus acólitos que le agradecían eternamente su maléfica sonrisa en la pitada y bronca al rey español en ese mismo palco.

Todos estos supuestos hitos y logros demenciales para ser finalmente arrastrado y paseado desnudo gracias a los propios nacionalistas independentistas, por las calles de su Cataluña como en el famoso cuento infantil.

En cualquier escenario que se dibuje en Cataluña sobra el actual Presidente de la Generalitat, y lo digo porque si nos vamos a unos comicios en el mes de Marzo, es más que probable que sus socios de Esquerra no quieran repetir la misma coalición que supuso perder fuerza electoral al nacionalismo integrado en Junts per el sí. Y todavía es más seguro que Esquerra Republicana de ninguna manera aceptase que el candidato número cuatro como en los últimos comicios fuese el presidenciable, es decir, Mas lleva la lepra para Esquerra en estos momentos. Como para los de la CUP, que le han sentenciado a muerte y que el corto tiempo dirá si los propios cuperos no se han inmolado con Artur Mas en la decisión arriesgada que han tomado, porque de momento su portavoz parlamentario ya ha dimitido y dejado el escaño.

Pero ni en la propia Convergencia, que ahora al estilo batasuno se cambia de nombre y se llama Democracia y Libertad pero todos saben en Cataluña que siguen siendo los mismos del tres por ciento, ya no ven muchos con buenos ojos a Artur Mas, después de haber dinamitado la antigua coalición del partido, haber colocado a sus siglas con los peores resultados electorales de la historia del mismo partido y lo que te rondaré morena en las próximas elecciones, además de lo más lamentable que ha sido haber dividido y fragmentado a la sociedad catalana sin haber conseguido ninguno de sus objetivos por los que se había embarcado en tan peligrosa travesía.

Artur Mas pensó que le iba a tocar el CUPonazo y ha resultado agraciado con una salida indigna y por la puerta de atrás ganada a pulso, y además no olvidemos que quien le ha pegado la patada en su trasero ni fue la legión ni su famosa cabra, sino sus propios colegas de andanzas independentistas. Eso sí, no hay mal que por bien no venga.

Carlos Iturgaiz

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