domingo, septiembre 22, 2024
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Cuentos y cuentas

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El relato es inverosímil pero deben contarnos un cuento; si cuela, cuela. Y deben hacer cuentas, muchas cuentas, con las que ocultar incapacidades e incompetencias.

En la política española se practica, como en ninguna parte, el derecho a parecerse. Habla Mas, habla Rajoy. Habla Iglesias, habla Colau. Habla Sánchez, habla Rivera. Habla Baños, hablan otros, casi siempre señores. Y todos cuentan cuentos y hacen cuentas.

El cuento es básicamente el mismo: la parálisis global de nuestras instituciones es culpa de los otros que o no tienen sentido de país o no tienen altura de miras. Pero el caso es que, unos y otros, ignoran las necesidades de los que soportamos el cuento.

Mientras escuchaba la espeluznante rueda de prensa de Mas, el cuento peor contado del mes, rematando el bochornazo catalán, no he dejado de recordar a los trabajadores y trabajadoras del Hospital de Belltvitge, a los que por razones personales debí conocer este verano.

Contratos infames; horarios indecentes; abusos laborales, soportados con voluntad de servicio encomiable por ejemplares protagonistas del sector público: ellos y ellas han sido y son humillados por este esperpento político, como muchos y muchas catalanes y españoles.

Los huesos del viejo y Molt Honorable Tarradellas se habrán removido en su tumba al ver la humillación a la que se ha sometido, por la CUP y por Mas, a una institución como la Generalitat, que reclama mejor trato. Que el 8% del electorado pretenda lo que pretendió la CUP es insostenible; pero no fue la CUP la que pasó del extremo al centro del tablero: fue el escapismo de un líder vacío quien le puso ahí.

Muerto el pujolismo y Convergencia entre la corrupción y la absoluta ineficacia, enterrado el derecho a decidir por el mantra del personalismo más absurdo, los catalanes solo tienen dos caminos: o que algún diputado traidorcete sucumba o quintas elecciones en dos años. Cuentas que solo reflejan el abandono de las necesidades de la gente por una política incapaz de dar respuestas.

Pero no crean que esto es un simple episodio catalán: llevamos camino de que la operación se repita, con igual gracia.

Iglesias invita a Colau a que deje el Ayuntamiento, desde donde le hace sombra, y al PSOE a mojarse en sus líneas rojas, mientras echa cuentas de los votos que obtendrá en anticipadas.

Mismas cuentas que se hacen en el PP y Ciudadanos proponiendo improbables cálculos mientras cuentan el cuento de la responsabilidad de los demás. Baños dice, ahora, que él sí quería votar a Mas, a pesar de lo que dijo en elecciones, y que no le salen las cuentas quedándose de oposición para unos días.

Cuentos que demuestran que los liderazgos viejos y nuevos no han leído el resultado electoral. El pluralismo debe ser gestionado con responsabilidad y no como un simple ajuste de cuentas.

Seguramente, la inestabilidad es menos preocupante de lo que dicen los grupos de presión, que no dejan de intentar que sus intereses salgan lo menos dañados posibles. Pero no es buena, para quienes mal trabajan o no trabajan, la absoluta inactividad institucional.

Los datos no empujan al optimismo económico precisamente, el camino de la economía es tortuoso y no ofrece mucha confianza. Lo que hoy parece despegue es mañana parón. Entretanto, lo público permanece estancado en la construcción de cuentos imposibles de unos y otros.

Cuentos y cuentas se han adueñado del panorama político sin que haya voces de respuesta. Habremos de votar, me temo, pero entonces tendremos que hacer, nosotros y nosotras, mejor nuestras cuentas porque lo de hace quince días no nos ha valido.

Libertad Martínez

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