miércoles, noviembre 27, 2024
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La democracia maltratada

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Nuestra democracia es, como todas, imperfecta, pero además está siendo maltratada casi a diario por muchos políticos. Malos usos, agresividad, falta de elemental cortesía, predominio de los intereses personales y de los partidos sobre el interés general.

Usamos nuestro sistema como si leyéramos un libro a trompicones, saltándonos páginas, arrugándolas, arrancándolas, desguazándolo, estropeando las cubiertas, derramando agua en el papel, dejándolo de tal manera que nadie más pudiera leerlo. Y lo menos que nos puede pasar es confundir el libro con el texto. Pues algo parecido estamos haciendo con nuestra frágil democracia, sirviéndonos de ella para nuestras ambiciones, nuestra vanagloria. Con gran desprecio a los ciudadanos que, sumisa, mansamente vamos a votar, lo único a lo que se nos invita en esa divertida, pero ya cansina comedia.

Nuestra democracia es, como todas, imperfecta, pero además está siendo maltratada casi a diario por muchos políticos

Parece predominar algo que es intrínsecamente contrario a la libertad y a la democracia. Es la mala fe, es decir, negarse a escuchar al adversario, negarle toda posibilidad de que pueda tener al menos algo de razón, convertir la política en un juego de slogans y muletillas, de acoso y derribo. El espectáculo chirigotero del parlamento catalán debería sonrojar, por lo menos, a tanto catalán ecuánime, que es la mayoría. También la dificultad de pactar a nivel nacional nos hace tener menos respeto por los dirigentes políticos.

Hemos aprendido un poco la gramática de la democracia, elecciones, votos, libre expresión, derecho de reunión, pero saber leer no garantiza que leamos libros provechosos, ni que sepamos escribir bien. No basta con instalar las cuatro reglas de la democracia sino que hay que desarrollarlas, mejorarlas día a día, que los concejales y alcaldes trabajen por el bien común, no para los amiguetes o que escuchen sólo a los correligionarios que les dan la razón o les aplauden (por cierto, ¿nos hemos dado cuenta que desde que hay ayuntamientos elegidos -1978- no ha disminuido la construcción fea, al revés, ha aumentado, ni ha parado la especulación inmobiliaria sino que se ha acelerado, ni has desaparecido las alcaldadas? Eso cuando no se han dedicado, como ha pasado con tantos, a enriquecerse pura y llanamente, con fruición.

Es curioso que en esta época en que las 'redes', las redes sociales, predominan en la comunicación, no nos percatemos de que la sociedad es una red, que lo que uno hace, sobre todo si es cargo público, político o alto funcionario, o empresario de relieve, afecta muchos más. La falta de moral, efectivamente, des-moraliza.

Pero quizá es que el interés general, el bien común, es una entelequia, una construcción idealista, como denunciara la muy reaccionaria pero también muy inteligente Ayn Rand. Ella sostenía que lo único que hacía funcionar la sociedad y la economía era el interés personal, el egoísmo más ilimitado. En todo caso, parece como si en el debate de los partidos políticos,  estuviera ausente la sociedad, los ciudadanos que todos invocan a cada minuto.

 

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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