jueves, noviembre 28, 2024
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Todo depende (quizá) de las próximas horas. O no…

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Nunca escribir un comentario político, y quien suscribe lleva ya unos cuantos a sus espaldas, fue más difícil que ahora. He tenido que romper, tirar, reformar, modificar, bastantes de los artículos que he escrito en las últimas semanas, desde que conocimos el resultado de las elecciones generales de hace un mes y dos días. Y, en este tiempo, hemos asistido a espectáculos lamentables, a intentos de pactos vergonzantes, a chantajes disimulados, a ejemplos de ambición política desmedida, a numerosos 'donde dije digo, digo Diego' y, en general, nos hemos enfrentado a ese paisaje que nos habla de falta de imaginación y de 'grandeur' y que nos sitúa exactamente donde nos hallamos: en el páramo político.

La situación de interinidad del Ejecutivo y del Legislativo no puede, por múltiples razones económicas, políticas y sociales que todos comprenden, prolongarse mucho más. Y desde luego, no hasta unas eventuales nuevas elecciones generales en primavera: para colmo, esas elecciones, con el actual reglamento del Congreso y del Senado, con esta normativa electoral y con las 'lagunas' procedimentales y de plazos que muestra nuestra Constitución, podrían arrojar el mismo resultado que las del pasado 20 de diciembre: la parálisis política del país, que tantas otras cosas atenaza. Así que sospecho que las próximas horas han de ser decisivas, porque otra cosa, seguir así mucho más tiempo, empieza ya a ser impensable.

Tenemos, en primer lugar, las inminentes entrevistas decisivas del Rey con los representantes políticos que tienen la clave. Es decir, con Pedro Sánchez y con Mariano Rajoy. Algunos medios y comentaristas insisten, ignoro con qué fundamento, en que el desgaste del actual presidente en funciones es tal que incluso podría darse el caso de que el jefe del Estado podría hasta no encargar a Rajoy que forme Gobierno, en medio de un cúmulo de hipótesis, especulaciones, comentarios y rumores en el sentido de que el hombre que ha pilotado la última Legislatura con mayoría absoluta podría dar 'un paso a un lado' y dejar que otra figura el PP se encargue de pilotar los tiempos que vienen. Dudo, la verdad, de que el Rey se meta en esos zarzales, porque la lógica y los preceptos constitucionales abonan que Felipe VI cumpla con la tarea que se espera de él: encargar en primer lugar la formación de Gobierno a la persona que encabezaba la candidatura ganadora de las elecciones, aunque resulte evidente que le faltan escaños y alianzas para poder llevar a cabo ese encargo del Rey. Veremos cómo se desarrolla el encuentro, y de qué podemos enterarnos sobre el resultado del mismo, que será, a corto plazo, poco.

En cuanto a Sánchez, dudo mucho de que el Monarca sea capaz de hacerle desistir de la idea fija de tratar de formar un 'bloque de izquierda'

En cuanto a Sánchez, dudo mucho de que el Monarca sea capaz de hacerle desistir de la idea fija de tratar de formar un 'bloque de izquierda' frente a quienes le piden que coopere en una 'gran coalición' con el PP y Ciudadanos. Otra cosa será lo que ocurra el próximo día 30, que es cuando Sánchez ha fijado la celebración del comité federal del PSOE. No todos los 'barones' socialistas comparten el entusiasmo del secretario general en lo referente a la alianza con Podemos y otras fuerzas 'de la izquierda', incluyendo a algunos nacionalistas: saben que en zonas como Extremadura, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid o Andalucía, la presencia en un 'pacto progresista' de gentes que pueden poner en tela de juicio la unidad del país retraerá sin duda alguna al electorado. Así que crecen las previsiones en el sentido de que ese comité federal 'será movido'. Me atrevería a decir que no es el mismo caso de Rajoy, desde luego, pero tampoco Pedro Sánchez tiene garantizado un respaldo unánime de los 'pesos pesados' del PSOE: muchos periodistas están escuchando estos días, cierto que de manera privada y sin micrófonos, cosas que hacen dudar de que el secretario general pudiese salir indemne de un próximo congreso de su partido.

¿Convoca Rajoy esta investidura -cuando la convoque, claro- para tirar la toalla o, como yo considero más probable, para intentar renacer de sus cenizas, ofreciendo un pacto que, a su juicio, Pedro Sánchez y Albert Rivera no puedan, simplemente no puedan, rechazar? Ya digo: estemos atentos a la pantalla, porque creo, en suma, que estamos a no más de dos semanas del desenlace de este feo aprieto político en el que estamos metidos, y no precisamente por culpa de los ciudadanos que jamás se equivocan en el voto.

Fernando Jáuregui

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