Hace unos meses, en este mismo blog, en el artículo titulado “¿Océanos silenciosos?”, empezamos a hablar sobre la contaminación acústica submarina. Como comentaba entonces, la mayoría de la gente aún identifica los mares con un mundo idealizado de silencio absoluto, lo cual, lamentablemente, ya no se ajusta a la realidad. Esa errónea creencia es debida, sin duda, a que éste es un problema ambiental todavía muy poco conocido, del que se ha hablado y escrito poco, salvo en foros especializados. Ese desconocimiento del público general al respecto de esa cuestión no implica, sin embargo, que se trate de un fenómeno meramente incipiente. Al contrario, el problema existe desde hace tiempo y, lamentablemente, los niveles de ruido submarino se han agravado enormemente en las últimas décadas debido a la creciente interferencia humana en los ecosistemas marinos.
En ese sentido, aunque sus conclusiones sean desalentadoras, debemos dar la bienvenida al informe «Visión general de los puntos negros de ruido submarino en el área ACCOBAMS, Parte I – Mar Mediterráneo» (título original:”Overview of the Noise Hotspots in the ACCOBAMS Area, Part I – Mediterranean Sea”), porque es una importante contribución al conocimiento sobre el grado de contaminación acústica submarina en nuestras aguas.
Se trata de un informe realizado por destacados científicos de Francia, Italia, Suiza y los EE.UU., fruto del encargo realizado por el Acuerdo sobre la Conservación de los Cetáceos en el Mar Negro, el Mar Mediterráneo y la Zona Atlántica Contigua (ACCOBAMS, en sus siglas inglesas), con el fin de identificar las áreas de preocupación con respecto al problema del ruido submarino, exponer la necesidad de una mejor evaluación científica del mismo, así como poner en marcha las medidas de conservación adecuadas. El Acuerdo ACCOBAMS fue adoptado en Mónaco el 24 de noviembre de 1996 y ratificado por España el 2 de febrero de 1999.
Gracias a la financiación del ACCOBAMS y al trabajo realizado por estos expertos se han logrado confeccionar, por vez primera, un mapa que muestra la densidad de las principales fuentes de ruido antropogénico en toda la cuenca del mar Mediterráneo para el período 2005 a 2015. Los resultado se han extraído de un conjunto de datos que incluye 1.446 puertos y marinas, 228 plataformas de perforación de petróleo, 830 actividades de exploración sísmica, 7 millones de posiciones de tráfico marítimo, la (escasa) información a disposición del público en relación con actividades militares, y de 52 proyectos de parques eólicos offshore.
Su conclusión principal es que un significativo número de áreas dentro de la cuenca mediterránea sufren una acumulación de actividades productoras de ruido submarino de origen antropogénico. Lo que es aún peor, muchos de los llamados “puntos negros de ruido submarino” se superponen con importantes hábitats de cetáceos.
Según el informe, es particularmente preocupante el aumento que se ha producido en el citado periodo de estudio de las actividades de adquisición sísmica (sondeos acústicos) sobre todo en relación con las exploraciones para la búsqueda de yacimientos de petróleo y gas en el subsuelo marino en las que se utilizan cañones de aire comprimido de alta presión (airguns). Éstos generan un tipo de explosión con los que emiten ondas acústicas de enorme intensidad y frecuencia que provocan un nivel de ruido en el medio marino de 10.000 veces a 100.000 veces mayor que el motor de un avión a reacción. El nivel sonoro generado dobla el umbral del dolor en el ser humano. Los pulsos de aire comprimido producen daños fisiológicos irreversibles en cetáceos, tortugas, peces, invertebrados e incluso su muerte. En este grupo de actividades se encuentran los proyectos de exploración de hidrocarburos que diversas empresas del sector petrolero (Spectrum Geo Limited, Services Petroliers Schlumberger, Repsol, Cairn Energy) pretender llevar a cabo en la demarcación marina levantino-balear del Mediterráneo a los que la sociedad y la Alianza Mar Blava se oponen frontalmente.
Así, mientras que en 2005, un 3,8% de la superficie del Mediterráneo se vio afectada por el uso de sondeos acústicos con airguns, en 2013 este porcentaje había aumentado hasta el 27%.
Los científicos también encontraron que un promedio de aproximadamente 1.500 buques comerciales está navegando simultáneamente en el Mediterráneo en cada momento (esta cifra no incluye las embarcaciones de recreo y barcos de pesca). Con respecto a las actividades militares, tales como maniobras, el uso del sonar de media y baja frecuencia para la detección de submarinos, etc., los expertos lamentan la falta de disponibilidad de datos públicos, por lo que los resultados que se presentan en el informe, relativos a esas prácticas, reflejan una subestimación de la situación real.
El siguiente mapa (figura 1)[1] muestra, usando un código de colores, dónde se producen y cuántas de las cuatro fuentes de ruido antropogénico estudiadas [puertos y marinas; proyectos industriales (incluidas las instalaciones de petróleo y producción de gas y los parques eólicos off-shore); la exploración sísmica comercial y científica; y los ejercicios militares] concurren simultáneamente en cada zona estudiada. Las áreas con una mayor acumulación de fuentes de ruido pueden ser descritos como puntos negros de contaminación por ruido submarino.
Figura 1: Acumulación de actividades humanas causantes de ruido submarino
Nro. de fuentes de ruido que concurren simultáneamente: verde: 1; amarillo: 2; naranja: 3; rojo: 4.
Gracias al análisis realizado, los científicos fueron capaces de revelar varios focos de contaminación acústica submarina que se superponen con áreas que son de especial importancia para las especies de mamíferos marinos susceptibles al ruido, y/o áreas que ya están declaradas áreas protegidas o propuestas por el ACCOBAMS. De acuerdo con el informe, estos hábitats de cetáceos importantes incluyen el Santuario de Mamíferos Marinos de Pelagos en el Mar de Liguria, el estrecho de Sicilia, y partes de la Fosa Helénica, así como las aguas entre las Islas Baleares y España continental, donde se acumulan las actividades productoras de ruido. El riesgo para los animales marinos en tales áreas es, por lo tanto, muy alto, ya que están expuestos a niveles de ruido acumulativos y sinérgicos, y por lo tanto, sometidos a un fuerte nivel de estrés fisiológico (ver figura 2) [2].
Esta amenaza también ha sido reconocida por el Gobierno español, como miembro del ACCOBAMS. De hecho, el pasado 21 de diciembre el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) confirmó a la Alianza Mar Blava, en el trascurso de una reunión con la Directora General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar, que se había ya iniciado oficialmente el procedimiento de declaración del Corredor de Migración de Cetáceos que discurre entre las Islas Baleares y la costa peninsular como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) ante el Convenio de Barcelona. Esta protección debe necesariamente conllevar la adopción de medidas estrictas de gestión de las actividades potencialmente productoras de ruido submarino.
Hay que recordar que un gran porcentaje del área de prospección de los proyectos de prospecciones de las compañías Spectrum Geo Limited en el mar Balear y Services Petroliers Schlumberger en el golfo de León se solapa espacialmente con la parte norte del citado Corredor de Migración de Cetáceos, lo que añade un elemento de extrema gravedad al negativo impacto ambiental de estos proyectos de sondeos acústicos. Las conclusiones de este informe y las amenazas que penden sobre este importante corredor ecológico deberían servir de acicate al Gobierno español para su rápida declaración como espacio protegido.
Figura 2: Superposición de los puntos negros de ruido submarino con zonas de importancia para los cetáceos adoptadas por ACCOBAMS en 2010
En esta ilustración se muestran las áreas con las actividades humanas que producen ruido, superpuestas sobre la capa de hábitats importantes para los cetáceos adoptados en 2010 por las Partes que han ratificado el ACCOBAMS.
No aparece en el gráfico el Corredor de Migración de Cetáceos de Baleares-Península porque no se ha aprobado aún su declaración como zona protegida pero, por su importancia para los cetáceos, debería aparecer.
Gracias a esta superposición se evidencian las áreas donde se pueden producir conflictos potenciales entre las actividades humanas y la conservación de los cetáceos en relación con la contaminación acústica submarina.
Hay que aclarar que no puede interpretarse que todas las áreas del mapa que aparecen libres de fuentes de ruido sean zonas tranquilas o seguras con respecto al problema del ruido submarino, ya que no se representa el tráfico de buques (que es una fuente de ruido importante).
Por otra parte, cabe señalar que el número recopilado de fuentes de ruido no es totalmente representativa de la situación espacial y temporal de ruido, debido a la falta de una base de datos central de las actividades humanas que producen ruido, a la falta de transparencia en la ejecución de actividades de exploración con técnicas sísmicas, a la falta de voluntad para proporcionar información de ciertos grupos de interés (en particular, las actividades de las compañías del sector del petróleo y del gas, así como las militares, siguen siendo en gran medida desconocidas) y a los aspectos de seguridad/confidencialidad de las actividades militares.
Este informe es la primera base científica para desarrollar e implantar medidas de reducción de ruido en el Mediterráneo. Se corrobora la necesidad urgente de adoptar medidas para establecer un registro de datos transparente sobre las fuentes de ruido antropogénico en el Mediterráneo y para tomar medidas para reducir el problema. La implementación de un registro de este tipo también es parte del plan de acción actual de la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina de la UE.
Urge, pues, tomar medidas al respecto para asegurar la existencia en buenas condiciones de las poblaciones de cetáceos y demás fauna marina en el Mare Nostrum, así como en el resto de mares y océanos, que sufren el mismo problema. A nivel de ciudadanos, el primer paso es dejar de ser indiferentes ante la contaminación acústica marina.
Carlos Bravo / Salvia