Ahora Mariano Rajoy no hace más que quejarse de que los demás no quieran dialogar con él y con el PP. O sea, que ahora acusa a los otros de lo que ellos han estado haciendo durante los cuatro años que duró la legislatura abierta en 2011. Y la emprende de manera especial con Pedro Sánchez y el PSOE.
Bueno, en materia de diálogo tengo la impresión de que todos andan con déficits importantes, como si no hubiesen entendido gran cosa del clarísimo mensaje lanzado por los electores el pasado 20 de diciembre, hace ya nada menos que un mes. Son mareantes, insensatos e inútiles la mayor parte de los hechos y palabras durante estas largas semanas y cada uno ha ido a lo suyo de manera descarada, sin pensar en el tiempo precioso que se está perdiendo ni en el espectáculo bochornoso que se está ofreciendo a este sufrido pueblo.
Pero, eso sí, todo el mundo se esfuerza por decir aquello de que hemos entrado en un tiempo nuevo, hemos dejado atrás el nefasto bipartidismo, ha entrado en el Parlamento la gente común, qué bueno que las corbatas hayan desaparecido u obviedades por el estilo. Pero escucho bastante menos una preocupación seria por el poquito caso que se hace a la urgencia de acometer ya, pero ya, las reformas o más que reformas en la situación económica, social y política de esta bendita España nuestra de nuestros sueños y dolores.
Aunque Albert Rivera es el más parlanchín, al tiempo es al que menos se le notan las ansias de poder, tal vez porque la situación parlamentaria de su partido no se lo permite. Pero lo de los otros tres es impresionante, no piensan en otra cosa que no sea La Moncloa, y no es que me parezca mal que quieran ser presidente del Gobierno, lo que les reprocho es que se les note tanto y que les ocupe casi todas sus fuerzas y esfuerzos, que tendrían que concentrar en volar para que los profundos males de España tuvieran pronta solución.
Pero ¿de verdad se ha creído Rajoy por un solo momento que el PSOE le va a bendecir en La Moncloa o que un posible Gobierno de toda la izquierda sería una catástrofe para España? ¿Por ventura Pedro Sánchez cree que con concesiones incomprensibles va a ser presidente? ¿Es posible que Pablo Iglesias se empecine en cosas como los cuatro grupos parlamentarios o el referéndum catalán, orillando los grandes postulados que llevaron a la gente a votarlo?
Y mientras tanto, el Rey se afana en la gestión de la posible e improbable investidura, la gente se aterra ante el riesgo de una repetición de las elecciones, las encuestas vaticinan que esa repetición no serviría para nada y en Cataluña resulta que lo de la inminencia de la desconexión ya no es tan inminente y que ya nadie está seguro de que sea una fuerza imparable…
Pedro Calvo Hernando