lunes, noviembre 25, 2024
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El rey y la reina

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Hace pocas fechas, cuando uno hablaba de la simbología que acompaña a todo puente, algunos amables lectores se refirieron a lo poco atinado que resultaba comparar, como lo hacía el artículo de César Antonio Molina, los del balcánico Drina con los que cruzan el Ebro. Argumentaban, con todo acierto, que el nivel de tensión en una y otra orilla de nuestro río no es comparable, ni mucho menos, con el enfrentamiento secular que desembocó en las terribles guerras que asolaron la antigua Yugoslavia a finales del siglo XX.

Mucha razón tenían esos lectores, y hagamos votos para que la situación puntual de falta de acuerdo por la que atraviesa España no degenere nunca en nada ni remotamente parecido, resucitando los fantasmas de un pasado en el que, por desgracia para todos, no han faltado los enfrentamientos fratricidas.

Lo que me parecía más interesante al mencionar en aquél artículo la novela de Ivo Adrić eran las referencias constantes a ese crisol de culturas y religiones que fue la región del Drina. En efecto, son muchas las narraciones que se centran en la descripción, no tanto de las luchas entre posiciones aparentemente irreconciliables, como en la de una imbricación tan íntima de la sociedad que hace imposible una separación en bandos asépticamente diferenciados. Demuestran esas narraciones, de alguna manera, que nada es del todo blanco o negro –ni mucho menos, azul o rojo– sino que todos los protagonistas, en realidad, son el resultado de un conjunto muy diverso de elementos, matizados por una complejísima realidad social, económica y cultural.

una excelente descripción de cómo se entremezclan los bandos enfrentados sobre aquel fondo dramático

Esto resulta evidente, por ejemplo, en el caso de 'Homage to Catalonia', de Georges Orwell, o en la misma línea y sobre los mismos asuntos, en el de Hôtel Palace, de Claude Simon. Por su parte, Ramón J. Sender también se adentró en 'El rey y la reina', una de sus novelas menos conocidas y que sin embargo merecería mayor fama, en una excelente descripción de cómo se entremezclan los bandos enfrentados sobre aquel fondo dramático y siniestro del Madrid sitiado. Muchos años más tarde, Sender renegaría, al igual que de su militancia comunista, de otras obras escritas sobre el fondo bélico de la guerra civil –reivindiquemos la sutil y necesaria diferencia entre novelas en, y sobre, la guerra– pero no de esa narración donde describe con una objetividad extraordinaria la situación del frente bélico y, sobre todo, con la maestría de un genial narrador, la inesperada fascinación erótica surgida entre una elegante duquesa y un rudo miliciano. No olvidemos tampoco que, aunque a Sender esa maestría le lanzase al exilio, a Ivo Adrić le valió el premio Nobel.

Ignacio Vázquez Moliní

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