Después de que el Rey haya encargado a Pedro Sánchez que intente formar gobierno es inevitable preguntar qué va a pasar con el PP.
Es verdad que este partido tiene más de siete millones de votantes y que ha ganado las elecciones aunque con una pérdida importante de escaños y votos, pero es igualmente verdad que el PP está más solo que nunca. Mariano Rajoy y los suyos deberían de preguntarse por qué. Pero más allá de Mariano Rajoy esté en una situación difícil después de que sea Sánchez quién ha asumido el intento de formar gobierno, quizá ha llegado la hora en que los populares miren dentro de su propia casa y tomen unas cuantas decisiones.
Los casos de corrupción que afectan al PP (el último en Valencia con Rita Barberá en el punto de mira) desprenden tal hedor que a poco que reflexionen llegaran a la conclusión que lo mejor que pueden hacer es refundar de nuevo su partido, Reinventarse que dirían los modernos.
Por más que los portavoces del PP insistan en que su líder, Mariano Rajoy es indiscutido y por tanto indiscutible como su jefe de filas, tarde o temprano, tendrá que dar un paso atrás. Sobre él recae la responsabilidad principal de no haber sido capaz de hacer frente a los casos de corrupción y haber cortado de raíz con los corruptos. Su famosa frase de «sé fuerte Luis» dirigida a Barcenes es una prueba de ello.
El PP necesita no solo un lavado de cara urgente, sino una renovación en profundidad
En cualquier caso y a pesar de haber tenido unos cuantos millones de votos es evidente que el PP ha perdido apoyos y que hay ciudadanos que no les volverán a votar si todo continua igual. Es más, incluso haciendo futuribles es difícil que los dirigentes populares que puedan hacerse cargo de su partido en un futuro más o menos próximo puedan borrar del imaginario común todo lo sucedido.
Los populares deberían de pensar incluso de cambiar de sede, dejar Génova 13, y poner en marcha un congreso de refundación que incluso diera lugar a un nuevo equipo dirigente limpio de polvo y paja e incluso buscar un nuevo nombre para su partido.
El PP tal y como está por sus errores de pasado reciente necesita no solo un lavado de cara urgente sino una renovación en profundidad. No se trata de culpabilizar a todo el partido y su militancia de las actuaciones deplorables de algunos de sus dirigentes, pero es evidente que al día de hoy las siglas PP producen desconfianza en buena parte de la sociedad y que no son la mejor tarjeta de visita.
De ahí que los dirigentes más templados del PP deberían de plantearse esa renovación, esa refundación, reinventarse en suma para poder seguir aglutinando el voto del centro derecha en España.
Otra cosa es si serán capaces de entender hasta donde les alcanza el desprestigio de la marca.
Julia Navarro