jueves, diciembre 12, 2024
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El «jamás, jamás» del PP

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No se entiende la posición del presidente en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy: yo o nadie. Equivale a «o yo o repetición de elecciones», a pesar de haber sostenido reiteradamente que los intereses generales quedarían dañados con una nueva llamada de los españoles a las urnas.

Suena a chantaje. Viene a ser otro modo de bloquear la reinante situación de ingobernabilidad. La bloqueaba antes con su negativa a aceptar el encargo de formar Gobierno y la bloquea ahora al proclamar urbi et orbi que su partido vetará a cualquier aspirante a la Presidencia del Gobierno que no sea del PP.

No se puede decir eso después de haber perpetrado la espantada institucional cuando el Rey quiso encargarle la formación del Gobierno como cabeza de la lista más votada en las elecciones del 20 de diciembre.

Con su autoexclusión renunció a hacer todo lo que estaba en su mano como aspirante a repetir en Moncloa. Y no es lógico que las razones esgrimidas entonces para descartarse (falta de apoyo) se conviertan de la noche a la mañana en miles de razones para ofrecerse como única alternativa de gobernabilidad, justo cuando, por su propio desistimiento, es su adversario político, Pedro Sánchez, quien da el paso adelante, se ofrece al Rey y el Rey le hace el encargo de intentar la investidura. Así se desbloqueó la insólita situación creada por quien en primera instancia tenía el derecho y el deber de haber afrontado esa responsabilidad, incluso a riesgo de fracasar ante a una aritmética adversa.

Sería la primera vez que el «jamás» en política dejase de significar el «por ahora»

Exactamente el mismo riesgo que corre ahora al líder del PSOE. Incluso mayor, si solo miramos los números. Pero no solamente cuenta la aritmética en el reto de la gobernabilidad. Cuenta, sobre todo, la política. Y es precisamente la política, ejercida a la luz de los intereses generales, la que al final se terminará imponiendo a las posiciones hoy irreconciliables del PP y el PSOE, cuyos respectivos líderes se excluyen mutuamente.

Sería la primera vez que el «jamás» en política dejase de significar el «por ahora», teniendo en cuenta que el eje inicial de las negociaciones es un principio de acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, dos partidos de orden dispuestos a conjugar progreso y reforma en la forja de una eventual mayoría.

Imaginemos que acuerdan el desarrollo de un programa político  basado en una apuesta por la estabilidad del país, la lucha contra el paro y la corrupción, la unidad de España, el compromiso con el rigor presupuestario, la reforma de la Constitución, etc. ¿Con qué argumentos se desmarcaría el PP de un eje de gobernabilidad como ese, justo el que se está forjando en las conversaciones PSOE-Ciudadanos? ¿Cuáles serían las excusas de un eventual rechazo a los buenos oficios de Albert Rivera, que no de Pedro Sánchez, cuando el líder de Ciudadanos trate de sumar al partido ganador de las elecciones?

Antonio Casado

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