Con los resultados electorales que se produjeron el 20-D nadie dijo que iba a ser tarea fácil conformar unos pactos que permitieran la investidura de un Presidente del Gobierno y, sobre todo, conseguir la estabilidad parlamentaria suficiente para poder gobernar en el día a día. Transcurridos ya casi cincuenta días desde la jornada electoral, los avances en ese terreno han sido muy escasos y las incógnitas sobre lo que pueda pasar siguen siendo muchas.
Parece claro que Rajoy no tiene ninguna posibilidad de seguir en la Moncloa. En este punto, la coincidencia de todos los partidos políticos es absoluta. El líder del PP sólo cuenta con el apoyo de sus 123 diputados. Su renuncia al ofrecimiento que le hizo el Rey para someterse a la investidura, amén de otras consideraciones, no hizo más que ahondar en esa imagen de soledad y de aislamiento en el que se ha instalado Rajoy y su partido. Por mucho que repitan que han ganado las elecciones, que han sido la lista más votada, la realidad es tozuda: no tienen ninguna capacidad para aunar en torno al candidato popular más apoyos que el propio, y en esas condiciones lo más sensato y generoso por parte de Rajoy sería dar un paso a un lado y dejar paso a otro candidato de su partido que pudiera intentarlo.
En cuanto al candidato socialista, tampoco es que lo tenga fácil. Con 90 diputados -el peor resultado que el PSOE ha cosechado en unas elecciones generales desde la transición política- sus opciones pasan por un pacto con Podemos, a lo que habría que añadir el apoyo de los dos diputados de IU y los seis del PNV, amén de la abstención en una hipotética sesión de investidura, de ERC y de Democracia y Libertad. Pero todo el mundo sabe, Pedro Sánchez el primero, que el pacto con Podemos es casi como el abrazo del oso. El partido de Iglesias aspira a fagocitar al PSOE y para conseguirlo, entrar en un gobierno de coalición con el propio Iglesias de Vicepresidente y con cuatro o cinco ministerios importantes, sería una baza importantísima.
Pero todo el mundo sabe, Pedro Sánchez el primero, que el pacto con Podemos es casi como el abrazo del oso
El pacto PSOE-Ciudadanos es una opción más centrada, mejor vista por el poder económico, por los propios barones socialistas recelosos de abrazarse a Podemos, pero insuficiente desde el punto de vista de los escaños ya que sólo sumarían 130. Necesitaría el apoyo, aunque fuera externo, del PP, algo que a día de hoy se antoja muy difícil por la resistencia de los populares a un acto de tanta generosidad habiendo sido el partido más votado. Si no se logra ningún pacto, no quedará otra que ir a unas nuevas elecciones, con el grave riesgo que tras su celebración las sumas de unos y de otros siguieran sin salir. Un fiasco que sólo traería consecuencias negativas para la recuperación económica y para la ya deteriorada imagen de nuestros dirigentes políticos.
Cayetano González