Va y dice Sánchez, secretario general del PSOE y aspirante a formar nuevo gobierno, en RNE: «Como dice que no me quiero reunir con él, le tiendo la mano para que nos veamos este miércoles». Pero lo malo es que unas horas antes la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había afirmado que el líder del PSOE se ha negado a dialogar con los del PP hasta en diecisiete ocasiones. Mientras, Iglesias, que tan buen rollo tenía con Rivera, llama ahora hipócritas a los socialistas por negociar también con Ciudadanos y Albert dice a Sánchez que no estaría mal contar de alguna forma con el PP de los más de siete millones de votos. Por su parte IU viendo como a estas alturas el gran «prota» que es Sánchez en estos momentos, descubre el viejo mantra de Anguita: programa, programa, programa. Quizá Sánchez era demasiado joven para recordar aquello y ni llegó a saber que un tipo como don Julio se pasaba por el arco del triunfo la famosa «pinza» y le importaba un bledo coincidir a no con el PP porque lo que a él le interesaba era el programa, programa, programa.
Iglesias, que tan buen rollo tenía con Rivera, llama ahora hipócritas a los socialistas por negociar también con Ciudadanos
¿Y a qué nos conduce todo esto? Creo que a nada bueno; personalmente a un desencanto aun mayor del que ya tenía y económicamente a una subida de la prima de riesgo, una bajada de la bolsa y nuevas advertencias desde Bruselas de que hay que cumplir con lo acordado. Pero lo fundamental, creo, que es el nivel de desencanto porque los problemas ya no son de profundo calado ni está encarnado en los viejos partidos, en los «partidos del bunker» según Iglesias y que tan contundente réplica recibió de Alfonso Guerra que le llamó «niño malcriado».
El desencanto viene por las formas, por el escaso interés que todos muestran en defender al ciudadano que queda relegado a un segundo lugar -aunque siempre utilizado como coartada- porque lo primero de todo son ellos y sus siglas. Hay un derroche de cinismo en todo este ir y venir que duele. Si esta es la nueva política, me quedo con la vieja del 78 en la que al menos todos cedieron hasta llegar a un entendimiento. La diferencia con lo de ahora es que, en lugar de ceder, lo que hacen unos y otros es renunciar, que no es lo mismo, y lo que antes era condición sine qua non, ahora tampoco parece tan urgente ni tan indispensable. ¿La España federal del PSOE? Bueno, ya veremos para cuando. ¿La reforma de la Constitución? Si claro, pero sin prisas. ¿La deuda exterior? Nada de posturas radicales, se intentará negociar con Bruselas. Y así.
¿Y por qué se pelean entonces? ¿Por qué es tan difícil todo? Pues aunque parezca increíble por la ubicación de física de los escaños, porque si hablas con estos no te ajunto, porque la puertas giratorias parece que siguen girando en Telefónica, porque unos se arrogan la representación del pueblo como si al resto los hubieran votado extraterrestres y porque Iglesias se permite cada vez más lujos que cabrean en Ferraz pese a que Sánchez ponga cara de despistado; si en su momento ya se autonombró vicepresidente con un par, ahora dice que hay mucho puntos en común con el PSOE porque son los socialistas los que se han inspirado en el programa de Podemos. Pero pese a todo, si se habla con Ciudadanos, ellos no juegan. Olé la unidad popular, la regeneración y el progreso.
Y como guinda la reunión de Sánchez -aún por confirmar en Moncloa- con el presidente en funciones. Si es verdad lo que dice Cospedal y Sánchez ha dado puerta en hasta 17 ocasiones a Rajoy, la verdad es la reunión entre los dos líderes más votados en las urnas, sobra. Y me parece un detalle de pésima educación por parte del socialista que ni siquiera haya enviado a Rajoy el famoso resumen de su programa para la investidura aun sabiendo que no lo va a apoyar. Se puede perder la fe, pero no las formas.
Esto es un patio de colegio donde se juega el futuro de dos generaciones y la ciudadanía enfrascada con unos títeres. País.
Andrés Aberasturi