jueves, noviembre 28, 2024
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Aguirre: reacción tardía

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Esperanza Aguirre dimitió este domingo mirando al tendido. O sea, a Moncloa. Por si cunde el ejemplo. Por si el presidente en funciones y líder nacional del PP, Mariano Rajoy, se da por aludido. Ella hace lo posible para lograrlo. Esta es la frase: «No es tiempo de personalismos, sino de sacrificios y cesiones». Ni más alto ni más claro pudo decirlo en esa inesperada rueda de prensa convocada sin respetar el descanso dominical del informador. No había tanta prisa para compartir su último hallazgo de experta en cazatalentos: «La corrupción nos está matando».

Dicen las crónicas que la dimisión de Aguirre como presidenta del PP de Madrid se produce tres días después de que la Guardia Civil registrara las oficinas regionales en la primera planta de la sede nacional (Génova, 13). Parece un elogio por tan fulminante asunción de responsabilidades políticas, aunque por las mismas podían haber dicho que la dimisión se produce más de ocho años después de que un concejal del PP de Majadahonda presentase ante la Fiscalía Anticorrupción grabaciones que supondrían el germen del mayor escándalo de corrupción asociado a las siglas del partido (caso Gürtel). O que ha dejado pasar más de un año desde que se descubrió la operación Púnica, a cuyo frente estaba quien hasta cinco minutos antes había sido vicepresidente de la Comunidad, secretario general del PP y hombre de estricta confianza política de Aguirre.

Pero no. Ninguno de los sucesivos escándalos de corrupción vinculados al PP madrileño, que ella dirigía sobrada de carisma, sirvió para que la lideresa asumiera responsabilidades políticas en nombre del mismo principio que ahora invoca para justificar su espantada del domingo: el deber de vigilar lo que ocurría en su entorno político y organizativo. Ahora reconoce que no lo hizo («Tenía que haber vigilado mejor», dice) y que se fió de personas que no merecían su confianza, como Francisco Granados. «Pero yo no me he llevado nada ni estoy encausada por nada». Cierto. Pero eso es justamente lo reprochable. Tanto en ella como en Mariano Rajoy, porque una vez más la desidia de los decentes acabó siendo el blindaje de los indecentes.

Servidor prefiere ver esta renuncia de Aguirre a la presidencia del PP, que no a la concejalía, como otro sartenazo de los suyos en el bajo vientre de Rajoy

Demasiado tarde para dárselas de gobernante dispuesto a pagar el coste político de sus errores. Ahora su gesto se ha devaluado. No tiene mérito dimitir cinco minutos antes de que la echen y cuando su carrera está a punto de terminar ¿Alguien puede decir en qué consiste su sacrificio? Está renunciando a un liderazgo que ya tenía perdido y, en realidad, no está cediendo nada.

Servidor prefiere ver esta renuncia de Aguirre a la presidencia del PP, que no a la concejalía, como otro sartenazo de los suyos en el bajo vientre de Rajoy. Y, desde el punto de vista del PP, como el fin de una época en un partido que está pidiendo a gritos la renovación. Una tarea de sus nuevos valores. Los tiene y esperan esa oportunidad. A saber: Javier Maroto, Soraya Sáenz de Santamaría, Pablo Casado, Andrea Levy. Y por ahí.

Antonio Casado

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