Por fin una sabe qué es eso de 'servicio público' de lo que tanto se habla cuando la gente se refiere a TVE. Nada de 'alfombras rojas' con lencería y tíos sin camiseta del Moreno, ni los sketchs de toda la vida, y sin puñetera gracia, de José Mota, ni conciertos navideños de Raphael, ni tan siquiera las entrevistas a sus amigotes de Bertín.
'El Ministerio del Tiempo' no sólo entretiene, no sólo está bien hecha, sino que también culturiza al populacho, al que enseña historia y al que incluso invita a que, como ocurría con 'Isabel' o 'Carlos, Rey emperador', en las casas se busque en internet quienes eran realmente esos sujetos que acaban de ver en la pequeña pantalla, a modo incluso de búsqueda de spoilers para adelantarse a futuros capítulos.
La temporada pasada la vieron pocos, porque hoy en día 2,5 millones de fieles parece que son solo cuatro amigos reunidos en una casa, pero la crítica la encumbró con todo tipo de galardones, Ondas incluido. En ésta, el primer capítulo lo han visto 2,8 millones y, por primera vez, ha sido lo más visto en su franja horaria.
El comienzo de la segunda no sólo ha demostrado que el 'boca a boca' ha funcionado, porque rara era la persona que no hablaba bien del producto, sino que eso de 'segundas partes, nunca fueron buenas' es una tontería absoluta que no sólo ha desmontado 'El Padrino'.
Vale que Sergio Peris-Mencheta no tiene ni la prestancia ni la gallardía de Charlton Heston a la hora de dar vida a El Cid, o que Rodolfo Sancho todavía no ha logrado la madurez artística de su padre, o que, por falta de presupuesto, nos quedáramos sin ver la batalla en la que Rodrigo Díaz de Vivar, encarnado ya por Nacho Fresneda, agrandaba su leyenda, pero ya habíamos tenido bastante como para calificar esta producción como la mejor que se puede ver hoy en día.
Una se puede reír con 'Allí abajo', o intrigarse un rato con 'Bajo sospecha', o sentir cariño por algunas presas de 'Vis a Vis', o reír y llorar a la vez con los empleados de 'Velvet', o entretenerse en su día con 'El tiempo entre costuras' o hasta empatizar con las desgracias de los Alcántara en 'Cuéntame', pero con ninguna otra una puede reír, llorar, intrigarse, sentir cariño, empatizar y, sobre todo, entretenerse al mismo tiempo como con los protagonistas de esta historia creada por los hermanos Olivares.
El lunes fue El Cid. En futuras entregas serán Cervantes, Napoleón, Cristóbal Colón, Felipe II o incluso los últimos de Filipinas, esos grandes olvidados, los que demostrarán que la televisión también puede enseñar, en este caso historia, a la vez que entretener.
Con permiso de las 'teenagers' o de jovencitas salidorras que le tienen entre sus favoritos, debo decir que en próximas entregas habrá que soportar, eso sí, a Hugo Silva, que seguramente incluso nos parecerá peor actor al comparársele con el gran Al Pacino y su inmortal 'Serpico', pero también podremos seguir viendo a grandes secundarios veteranos como Jaime Blanch, Juan Gea, Francesca Piñón y Ramón Langa, éste dando vida a Ambrosio Spínola, que luchan todavía por demostrar que cualquier tiempo pasado sí fue mejor en el mundo de la interpretación. Una cosa por la otra.
En 'el del Tiempo', que ni está fundado por Mariano Medina ni tiene en él despacho Mario Picazo, no hay problemas laborales de funcionarios molestos, ni tenemos que estar pendientes de sus presupuestos, ni ni tan siquiera nos afecta su burocracia. Es, de largo, el mejor 'Ministerio' que hay en nuestro país, el único que nadie, ni Podemos, quiere que desaparezca.
La mosca