La situación política española atraviesa en estos momentos una etapa de profunda incertidumbre y desconcierto generalizado, de manera especial por la tesitura de la corrupción en el PP y la locura de las negociaciones para la investidura. Ambos temas se interpenetran y se colorean el uno al otro con una enorme intensidad. Rajoy y su partido parece que se alegran de lo que ocurre en el otro lado, tal vez sin percatarse de que lo suyo no tiene remedio y que lo único que les espera es un merecido descanso al menos para los próximos cuatro años, durante los que tal vez se consolide una figura que en los próximos tiempos pueda encarnar las esperanzas del partido de la derecha. Parece que esa figura puede ser Cristina Cifuentes, sobre cuya habilidad para las estrategias es bien reconocida. Yo confieso que no entiendo cómo Mariano Rajoy no sigue el camino dimisionario marcado por Esperanza Aguirre ante la tempestad corrupta de Madrid. Imagino a buena parte de los votantes del PP arrepentidos de haberles regalado más de siete millones de votos el 20-D, pero a lo mejor me paso de imaginativo y aquí nadie ha aprendido la lección. Es el buen pueblo español el pagano de las locuras y excentricidades de la clase política, pueblo que también podría reaccionar con una huída de las urnas o un boicot a los de Rajoy.
Yo confieso que no entiendo cómo Mariano Rajoy no sigue el camino dimisionario marcado por Esperanza Aguirre ante la tempestad corrupta de Madrid
Y ahora, con el documento negociador de Podemos me entran todas las dudas del mundo. La primera es sobre la sinceridad de sus redactores. No es muy creíble lo de insistir de esa forma en el referéndum exclusivamente catalán, pues parecía que lo habían soslayado y además sabían de sobra que Sánchez y el PSOE no lo iban a admitir en ningún caso. De manera que habrá que preguntarse si Podemos lo que quiere es que se repitan las elecciones. Si así fuese, yo pediría a los del partido morado que tuvieran en cuenta los grandes perjuicios que podrían sobrevenir para la estabilidad política, económica y social de España. A mí me parece que Pedro Sánchez esta vez lo estaba orientando todo bastante bien y es cierto que solo él se manifiesta capaz de negociar hacia los dos lados del espectro, teniendo en cuenta que en Ciudadanos hay aspectos muy positivos para la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción. Entiendo contradictoria, sin embargo, su tendencia a coquetear con el PP, dado que ese partido aparece como paradigma de la negación de esos dos bienes mencionados. Con todo, también es muy impresentable ese afán pepero de meter miedo a los españolitos, esa negativa a seguir el rumbo marcado por la dimisión de Aguirre y ese enfermizo sueño de que Sánchez se estrelle no sabemos para hacer ellos qué.
Pedro Calvo Hernando