Si son el problema, y no la solución, que se vayan. Si dicen tener una solución para cada problema que crean, que se vayan con sus soluciones y sus problemas a otra parte. Si no se entienden, que los sustituyan por otros u otras que sí se entiendan. Sin son contestados por los suyos, además de por los ajenos, pues adiós muy buenas. Si dicen interpretar nuestro voto y no nos sentimos bien interpretados, gracias y hasta luego. Si una cosa son ellos y otra la sociedad civil que abre cada mañana las panaderías, lleva los autobuses a los colegios, escribe libros, planta árboles y tiene hijos, pues a lo mejor puede que se pueda sobrevivir sin ellos.
Si dicen interpretar nuestro voto y no nos sentimos bien interpretados, gracias y hasta luego
Lo que no puede ser es que sigamos como estamos hasta ahora, pendientes de una suma numérica de desacuerdos, regidos por papelas programáticas absurdas, vagas, perezosas o incumplibles. Lo que no es ya tolerable es seguir viviendo pendientes de las ambiciones de unos cuantos señores que dicen representar(nos) a quienes no nos sentimos representados ya por ellos. Lo que ha rebasado los límites es que sigan pretendiendo defender ideas conservadoras o progresistas, cuando, en realidad, son ideas (ojalá lo fuesen) o bien realizables y beneficiosas para la sociedad o bien simplemente impracticables y faraónicas; o, peor, cuando las tormentas de ideas reemplazan a la falta de alguna idea, de una sola.
A veces empiezan a percibirse síntomas de indignación en la ciudadanía, y no es para menos. No conozco a una sola persona que no asegure que, si hay nuevas elecciones, desde luego que no votará o, al menos, que no votará al partido por el que votó. Y es que se cumplen ya dos meses desde que los votantes y contribuyentes acudimos de forma bastante masiva, e ilusionada por el Cambio, a las urnas. No han sabido encauzar ese entusiasmo, y ya no hay horizontes sonrosados en la percepción de una mayoría de nuestros interlocutores. Y si así son las cosas, y es de temer que así sean, ¿por qué no los cambiamos, ya que no han sabido encauzar ese Cambio, con mayúscula, al que aspirábamos?
Fernando Jáuregui