martes, septiembre 24, 2024
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Fragmentos de Europa

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“La Unión ofrecerá a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores, en el que esté garantizada la libre circulación de personas”. “La Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección sociales, la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad entre las generaciones y la protección de los derechos del niño”.

Son fragmentos del artículo 3 del Tratado de la Unión Europea. Fragmentos que hablan del concepto social de la Unión consagrada en sus textos fundamentales, por mucho que lo nieguen Angela Merkel y otros como ella. Fragmentos agrietados si cabe tras el acuerdo alcanzado por el Consejo Europeo del pasado fin de semana para tratar de evitar la salida del Reino Unido del club europeo.

Cómo es de puñetera la política: a un problema provocado por el premier británico para tratar de calmar la marejada interna en su propio partido debe darle solución el conjunto de Europa aun a costa de debilitar parte de los fundamentos mismos de la Unión. Pero, guste o no, este es el plato que nos han servido y que no podemos declinar: como en tantas ocasiones, no se trata de escoger entre lo bueno y lo menos bueno, ni tan siquiera entre lo bueno y lo malo. Se trata de escoger entre lo malo y lo peor.

Lo malo, el acuerdo alcanzado. Un acuerdo que supone la introducción de límites a la libre circulación de trabajadores y a la no discriminación por razón de nacionalidad: a partir de ahora, Reino Unido -un país en que la tasa de desempleo está en el 5%, conviene no olvidarlo- podrá limitar el acceso a beneficios sociales a trabajadores de otros Estados Miembros. En una Europa en que hemos vuelto a ver erigir muros y vallas entre Estados miembros, quién sabe quién será el próximo en sumarse a la excepción británica.

Las pulsiones nacionalistas cobran fuerza gracias a la capacidad de veto otorgada a los parlamentos nacionales sobre las propuestas normativas de la Comisión

Un acuerdo, además, en que las pulsiones nacionalistas cobran fuerza gracias a la capacidad de veto otorgada a los parlamentos nacionales sobre las propuestas normativas de la Comisión, en un más que evidente ninguneo al único organismo europeo directamente elegido por los ciudadanos, el Parlamento Europeo. Más combustible para las calderas del populismo eurófobo.

Lo peor, un desacuerdo y la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En un contexto de emergencia, con una crisis económica de la que no acabamos de salir -y con una nueva asomando en el horizonte-, con múltiples guerras en nuestras fronteras inmediatas, con la más grave crisis de refugiados desde la segunda guerra mundial -y nuestros líderes dando muestras de su falta de voluntad política para resolverla o, peor aún, de su indecencia, como los límites al número de solicitudes de asilo adoptados en Austria-, la salida del Reino Unido no solo sería traumática per se sino que generaría una crisis de supervivencia tanto para la UE como para el propio Reino Unido -con la más que probable salida de Escocia-. Un riesgo aún no abolido a la vista de la división del Partido Conservador británico: David Cameron deberá dar lo mejor de sí mismo para que pueda considerarse que ha merecido la pena el precio pagado para que haga campaña por la permanencia del Reino Unido en la Unión.

No, desde luego, no es el acuerdo que le habría gustado a cualquier europeísta convencido. Y aun así, habrá merecido la pena si se aborta la salida del Reino Unido; si una mayoría de ciudadanos británicos se convence de que la unidad del Reino Unido pasa por la propia unidad de Europa y que su posición en el mundo es más fuerte por ser parte esencial del conjunto europeo; y si una mayoría de europeos se percata de que ningún avance es irreversible y que la fuerza del proyecto europeo reside única y exclusivamente en la creencia y querencia de la ciudadanía por Europa.

Puede que los líderes que le han tocado a Europa en este momento no estén a la altura del proyecto construido desde mediados del siglo pasado. Pero que su miopía no nos haga perder de vista el valor profundo de lo logrado ni ciegue las vías para construir una Europa mejor.

P.D.: ¿Y el Gobierno de España? En su tónica habitual de ausencia general de las grandes decisiones europeas: en esto, Mariano Rajoy ha estado en funciones toda la legislatura.

José Blanco

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