A pesar de las insuficiencias propias y de las ajenas -PSOE y Ciudadanos no suman mayoría-, en el último minuto Pedro Sánchez podría conseguir la investidura. En segunda vuelta y en precario pero si al final no fuera así, la repetición de las elecciones no sería un drama. No sería el desastre que nos están pintando. Unos con la boca grande y otros con la boca chica.
PP y Podemos aunque situados en las antípodas del espectro ideológico comparten diagnóstico acerca de las ventajas que obtendrían sí hubiere que repetir los comicios. No hay que dar crédito excesivo a las encuestas que se están publicando estos días porque no hace falta ser un lince para avizorar que están «cocinadas» en exceso. Cocina para inducir estados de opinión.
Han pasado dos meses desde el 20D y la fragmentación que salió de las urnas es la que mejor refleja el pluralismo de la sociedad española en esta etapa todavía afectada por los virus de la crisis. El paro supera el 20 por ciento, la deuda alcanza el 100 por cien del PIB y nunca en toda la Historia de España habían tenido los juzgados tantos casos de corrupción pendientes de juicio y sentencia.
Con semejante herencia, en otro país, el partido gobernante durante los cuatro últimos años tendría pocas posibilidades de renovar el apoyo masivo de los votantes. Pero aquí las cosas son de otra manera. La fidelidad al partido está por encima de la crítica. Más que como ciudadanos capaces de juzgar a los gobernantes, una parte del electorado es de adhesión inquebrantable.
Podríamos llamarlo el «síndrome legionario»: con razón o sin ella, siempre están con el partido. Nunca votarán otras siglas. Es por eso por lo que el PP (Mariano Rajoy) no ha dado un paso atrás y al tiempo que reza para que Pedro Sánchez se estrelle, sueña despierto con la repetición de las elecciones. Incluso las puso fecha ( 26 de junio) en conversación con David Cameron.
Algo similar sucede en el caso Podemos aunque en el caso de los seguidores de Pablo Iglesias la argamasa sobre la que se sustenta esa ambición de balón, las irresistibles ganas de volver a disputar el partido, tiene que ver con una concepción determinista de la Historia. Es el mito del destino manifiesto.
Creen llegada la hora de lograr el «sorpasso» a costa del PSOE. El «sorpasso» con el que todavía sueña el veterano Julio Anguita
Creen llegada la hora de lograr el «sorpasso» a costa del PSOE. El «sorpasso» con el que todavía sueña el veterano Julio Anguita. Lo cierto es que a una semana de la primera votación de la investidura de Sánchez nadie está en condiciones de anticipar cómo pueden evolucionar los acontecimientos.
Pero no nos vendría mal un poco de optimismo. En última instancia, lo que siempre da resultado es confiar en la democracia. Y sí hay que volver a las urnas, no sería un drama. Todo lo contrario. Visto lo visto, conocidas las corrupciones de los unos y anotadas las ambiciones de los otros, sería el momento ideal para corregir el tiro y afinar el voto.
Fermín Bocos