Los niños juegan. Albert y Pedro pactan. Dos políticos de trayectoria profesional real anterior absolutamente desconocida por inexistente, han llegado a una serie de acuerdos de baja intensidad producto no de las necesidades del país, no en función de sus convicciones ideológicas, no para solucionar las dificultades de la gente, no, nada de eso. Es una patraña publicitaria de la peor especie para intentar mejorar sus expectativas electorales en unas eventuales y próximas elecciones anticipadísimas.
Una conducta que desdice todo de la supuesta nueva ética con la se supone llegaba Ciudadanos a la política española. Una suposición que se ha demostrado peor que ingenua. Casi letal. La ambición por la ambición. Necesidad de Rivera de hacerse el necesario, valga lo redundante de la descripción. «¡Hey chicos! que me llaman para pactar, que soy importantísimo”. Que los votantes de Ciudadanos me perdonen pero tiene mucho de infantil, algo casi de ridículo universal. Es como la chica fea del grupo (o el chico, que no se me enfaden mis amigas feministas) a la que nadie hace caso aunque está deseando entrar en acción e inesperadamente la llama para salir alguien, no importa mucho quién, siempre está dispuesta (o dispuesto).
Sánchez domestica a los baroncitos que parecían mucho y se han quedado en nada
Le acompaña Sánchez con ese deseo irrefrenable de conseguir la Presidencia del Gobierno. Ofrece pactos a diestro y siniestro y aunque le gusta más el siniestro porque es un yonqui del odio al PP, empieza por Ciudadanos, que así de paso lo destruye un poquito. Un poquito más. Y mete el dedo en la llaga a Susana, y domestica a los baroncitos que parecían mucho y se han quedado en nada. A golpe de referéndum tramposo de pregunta inescrutable pasa por encima un rodillo a toda la inteligencia que queda en el PSOE, verdadero rodillo antidemocrático por esquivo, turbio y oscuro. Desde el punto de vista táctico, para él es un triunfo. Un triunfito, recuerda a los del programa de televisión, por su puesta en escena pero sin su talento incipiente. Desde las necesidades estratégicas del país es sin embargo un error mayúsculo, una vuelta atrás que nos colocaría en un escenario político nacional absolutamente contrario al que diseñaron los constituyentes para superar una historia difícil y cruel.
El pacto ha durado poco en su integridad redactora inicial. Parecía avanzarse en la buena dirección, enorme sorpresa para los liberales de bien, ya que se disponía en el mismo una rebaja a trece días por año trabajado al despido en vez los veinte de la actual reforma de Rajoy. Una esperanza para los muchos que están en paro que prefieren reformas modernas a cambio de más puestos de trabajo, como ha sucedido con los cambios legales en vigor. Pero no, enseguida explicaron que eso no, que se habían equivocado. Ya me extrañaba a mí. No solo quedan en esto las chapuzas. Firman también los jugadores de esta partida de mus político la desaparición de las diputaciones y olé. Y digo olé para acompasar la marimorena que se ha montado en toda la España rural a la que sin diputaciones la condenan a la depauperación más absoluta. Gazapo lógico cuando los firmantes carecen de experiencia, conocimiento e interés por el país al que quieren representar y dirigir. Los niños no pueden gobernar. No deben.
Rivera no se entera de nada, vive en el cortísimo plazo
Están jugando con nuestro país. Saben que el texto que firman es pura filfa y lo presentan como si nos entregaran el Preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos de América. Sánchez es consciente de ello y le parece lo natural, es lo que ha hecho toda su vida, faltar a la verdad y moverse en las alcantarillas del socialismo para situarse. La oscuridad es su medio. Sin hechos que le avalen, sin gestión que le justifique. Solo llegar. La meta es estar, no es hacer ni reparar ni programar ni solucionar ni dirigir el país porque no sabe, nada tiene acreditado. No. Solo estar. Rivera no se entera de nada, vive en el cortísimo plazo y lo que le sugiere la última encuesta que le enseñan y descifran, él las lee mal.
Lo peor es que ambos saben que el pacto va a ninguna parte. Es la nada redactada. Solo desean dar una impresión y engañar por el continuo recurso al despiste. No se sabe exactamente lo que pactan y lo que rectifican del pacto, no tienen ni de lejos los apoyos necesarios. Es un juguete roto al abrir la caja y que nunca va a funcionar. Es pueril e irrespetuoso con los electores, los ajenos pero también los propios. Es el pacto de la Señorita Pepis.
Juan Soler
Senador de España
Juan Soler