viernes, noviembre 29, 2024
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El pecado y el pecador

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Manuela Carmena, que tiene Madrid manga por hombro y dedica su tiempo a las minucias en lugar de coger la sartén por el mango y tomar decisiones que se necesitan como el comer, presume de que se toma Podemos a título de inventario, que va por libre y no tiene que recibir consignas de ese partido al que no pertenece pues encabezó la lista como independiente. Sin embargo, cuando media España se muerde las uñas a la espera de la votación de este viernes mientras la otra media se mesa los cabellos de desesperación, sale Carmena y pide a Podemos que se abstenga para dejar que gobierne Pedro Sánchez.

Es su granito de arena a ese “gobierno progresista” que no se sabe muy bien si va a producir progreso, porque los inversores andan remisos a apostar por él por mucho que Ciudadanos se haya colocado a la vera de Sánchez. Aunque está por ver que se quede a la vera si Pablo Iglesias finalmente enmarida con el secretario general socialista.

En este viernes de infarto comprobaremos si los últimos días hemos visto sucesivas sesiones de teatro o, como sostiene el director de este periódico, estamos ante un inmenso plató de televisión. Probablemente las dos cosas, pero si después de lo que ha dicho Pablo Iglesias de Pedro Sánchez y del PSOE, al final acaba besándose con Sánchez con el mismo entusiasmo que lo hizo con Domenech, entonces los Emmy y los Toni tienen ya sus nuevos ganadores sin necesidad de recurrir a los responsables de las grandes series de televisión y de los escenarios de Broadway.

Seguimos sin tener idea de qué puede ocurrir, porque estamos en la pelea a muerte por salvar la cabeza y descalificar al contrario de la forma más contundente posible. Rivera dice que ha roto los puentes con Rajoy, pero veinticuatro horas antes de firmar el acuerdo con el PSOE declaró que debatían sobre si votar en contra o abstenerse a un gobierno de Sánchez, no a votar a favor. Y luego pasó lo que pasó. Cualquiera que tenga corazón socialista no quiere ni pensar en la posibilidad de acordar nada con un Pablo Iglesias que les ha herido en lo más profundo, pero… Sánchez se ha negado hasta ahora a cambiar más de dos palabras con Rajoy, pero si no logra ser presidente este viernes, quizá acabe negociando lo que hasta ahora no ha querido negociar.

Estamos en la pelea a muerte por salvar la cabeza y descalificar al contrario de la forma más contundente posible

Rajoy ha hecho en estas cuatro semanas lo que tenía pensado hacer: esperar. Estaba convencido que su única oportunidad era esperar a que Sánchez se viera imposibilitado de encontrar los apoyos necesarios para formar gobierno. Y no se ha movido. Sólo hizo una cosa el presidente en funciones: preparar un discurso demoledor para el debate de investidura. Él marcó la línea: utilizar la ironía y el sarcasmo para ridiculizar el programa presentado tan teatral y televisivamente por Sánchez y Rivera.  Dio varias ideas y las elaboró con la ayuda del cuarteto habitual, Soraya, Moragas, Arriola y Martínez Castro… con la ayuda de un conocido periodista. Efectivamente fue un discurso demoledor,  hizo mucho más daño que si hubiera utilizado la sal gorda a la que recurrió Pablo Iglesias.

A ver. Al terminar el debate, un conocido socialista confesaba su esperanza de que finalmente se consiga el apoyo de Podemos con su abstención. Este viernes o antes del 2 de mayo, cuando tendrán que convocarse nuevas elecciones si antes no hay gobierno. Se dice el pecado pero no el pecador.  Otro, más importante que el anterior, confiaba en que antes del límite se llegue a un acuerdo de investidura entre PP, PSOE y Ciudadanos para que gobierne Rajoy. Con un documento en el que se recojan las iniciativas parlamentarias que se llevarán a cabo, entre ellas una reforma constitucional que obligaría a reducir la legislatura a dos años y medio como mucho. “Y nosotros, después de dejar que gobierne Rajoy con nuestra abstención -y decía Rajoy, no otro- pasaríamos a la oposición. Oposición muy dura pero con sentido de Estado para plantar cara a lo que hay que plantar cara y defender lo que hay que defender. Es la mejor fórmula para recuperar el terreno perdido y dejar a Podemos en su sitio,  el del disparate”.

También se dice el pecado pero sin el pecador.

Pilar Cernuda

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