Por lo visto en el Congreso en el segundo día del debate de investidura, vamos de cabeza a nuevas elecciones. El tono y la dureza de la intervención y las réplicas de Pablo Iglesias al discurso de Pedro Sánchez en el que invitaba a Podemos a apoyar un gobierno progresista, no dejan margen a la duda. Podemos quiere volver a las urnas. Todo el alegato de Iglesias fue contra Sánchez y el PSOE y poco dijo contra Mariano Rajoy o el PP. Cegado por el deseo de que Podemos se abstenga en la segunda votación, Sánchez rozó la humillación al insistir una y otra vez en que tendía su mano a un Iglesias de verbo mitinero que machacó al candidato. Pablo Iglesias ha hecho el discurso que siempre quiso hacer Julio Anguita. Incluidas venenosas alusiones al Felipe González de cuando los GAL. Sánchez se la devolvió recordando recientes y polémicas palabras de apoyo por parte de Iglesias a Arnaldo Otegi. A juzgar por la complacencia con la que los diputados del PP recibían sus palabras podría decirse que por momentos el fantasma de la «pinza» sobrevoló el discurso de Iglesias. Cumplida la profecía de Marx escrita en «El 18 Brumario de Luis Napoleón», los comunistas vuelven a la carga contra los socialistas. La vieja pugna de la III Internacional. Poco critico fue Iglesias con los cuatro años del rodillo parlamentario popular y más tiempo dedicó a demonizar a Ciudadanos. «La naranja mecánica» llamó a éste partido y como Maquiavelo y candidato del Ibex 35 descalificó a su líder, Albert Rivera.
Sánchez rozó la humillación al insistir una y otra vez en que tendía su mano a un Iglesias de verbo mitinero que machacó al candidato
En la primera parte del debate Mariano Rajoy entró a degüello contra Pedro Sánchez exagerando, quizá, el registro sarcástico. Fue el regocijo de los suyos pero involuntariamente se embutió en el traje de jefe de la oposición como cuando debatía con Zapatero intentando ridiculizarle. Pedro Sánchez estuvo frío en las réplicas a Rajoy dándole por amortizado. Sánchez no es mal parlamentario y de hecho en su singular y decisiva intervención del lunes superó con creces el miedo escénico y la presión que imprime el Hemiciclo, pero su frialdad imprime una distancia que priva de emoción a sus discursos. Vamos de cabeza a unas nuevas elecciones. Tanto Podemos como Ciudadanos se han anticipado convirtiendo sus intervenciones en el Congreso en un primer mitin. Rivera se presenta como un líder centrado y de centro. Todo un guiño a los desmoralizados electores del PP. Un problema para Rajoy en su propio caladero de votos. Iglesias, por su parte, no oculta que sueña con el «sorpasso» relevando al PSOE como partido referente de la izquierda. Más que sorpresa, sería un milagro que Podemos se abstuviera el viernes y Sánchez consiguiera salir elegido Presidente. Todo, pues, sigue en el aire. Junio está cerca.
Fermín Bocos