Aunque Pedro Sánchez insiste en pactar con Podemos, en realidad ya no cree en el pacto y su objetivo es señalar ante la opinión pública a Pablo Iglesias como el responsable del fracaso de las conversaciones para formar un gobierno de izquierdas. En sentido contrario, tras la consulta a las bases, Iglesias se lava las manos y endosa a la militancia esa responsabilidad. Así las cosas, la repetición de las elecciones se impone como única salida plausible. Vuelta a las urnas de la que no se espera grandes sorpresas. Pese a los nuevos casos de corrupción que afectan al PP, al decir de las encuestas, este partido mantiene la mayor expectativa de apoyo electoral que crecería -así lo reflejan los sondeos- si Mariano Rajoy no fuera la cabeza de cartel. De esta circunstancia nacen buena parte de las cábalas acerca del futuro liderazgo de la derecha española.
Caído José Manuel Soria -víctima de sus mentiras en relación con los «papeles de Panamá»-, en el universo digital madrileño se cruzan apuestas acerca de la personalidad del hipotético relevo de Mariano Rajoy al frente del PP. Son varios los nombres que van de boca en boca. La mejor situada es Soraya Sáez de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno en funciones, dibujada como probable heredera a partir de sus encomiendas actuales. Esa proyección está condicionada por varios factores. Soraya en el Gobierno (controlando el CNI y la Portavocía) es mucha Soraya, pero librada al renuente apoyo del partido se quedaría sin suficientes respaldos. Apoyos que parece que sí podría conseguir Alfonso Alonso, hombre de partido como lo son Casado o Maíllo. No sucede lo mismo con Luis de Guindos, el hombre de la Obra de quien se llegó a especular que podría ser el recambio de Rajoy a la manera como Mario Monti lo fue durante una legislatura en la Italia que buscaba una salida al descrédito de la política que había dejado en herencia Silvio Berlusconi.
Luis de Guindos, el hombre de la Obra de quien se llegó a especular que podría ser el recambio de Rajoy
De Guindos, es un economista prestigioso que en lo que lleva metido en política pasa por ser un ciudadano sin tacha relacionada con casos de corrupción. Título imprescindible en estos tiempos en los que el PP comparece rodeado de escándalos. Se hablaba de él pero el propio De Guindos hizo saber que carecía de ambición política de modo que su nombre decayó en las quinielas sucesorias. Así las cosas, la pregunta recurrente en las conversaciones con los dirigentes del PP sigue girando en torno al incierto futuro de Mariano Rajoy. Lo comentan en privado, pero ni siquiera Esperanza Aguirre se atreve a decirlo en público: «Después de Rajoy, ¿qué?». Hoy por hoy, en el PP, nadie se atreve a formular tan sencilla pregunta pese a saber que en la respuesta se juegan el futuro del partido.
Algo va mal en esa casa.
Fermín Bocos