“Je suis désolé, mais je n'ai pas le choix / je suis désolé, mais la vie me demande ça” es el estribillo de una conocida canción de Mark Knopfler, de cuyo álbum (Golden Heart, 1996) se cumplen ahora veinte años: “Lo siento muchísimo, pero no tengo elección; lo siento muchísimo pero la vida me pide esto”.
Imagino a la primera Julieta (Pedro Almodóvar, 2016) utilizando también canciones como la de Knopfler para explicar a sus alumnos adolescentes la simbología del mar y el viaje, antes de que el dolor cristalizara en su cuerpo y la realidad, con ella dentro, discurriera sin su participación.
De canciones que recuerdas a películas que descubres, un matrimonio o un viaje a Nueva York que te aseguran que la vida (eppur) se mueve, la movemos.
Incertidumbre ahora al cuadrado, laberíntica
Con la crisis como efecto y causa, hemos pasado de una estabilidad incierta, falaz según lo visto, a una incertidumbre estable, irresoluble al parecer. También en la política. Oportunas las recurrentes palabras de Edgar Morin sobre que “la política es el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre política generalizada”. Incertidumbre ahora al cuadrado, laberíntica.
Iremos a elecciones después de un largo tiempo muerto: la revisión de los procedimientos para formar gobierno debería incorporarse a las prioridades de la agenda. Desconfiemos de los que imponen el tiempo en su provecho, sin respeto al de los otros y, peor aún, al de las cosas. En este recorrido, la inercia se impone a la aventura y los retardatorios marcan el ritmo de la marcha. Se repiten la música y la letra. Cansa.
Digan lo que digan –PP- o se pongan como se pongan –Podemos-, ambos saben que con su modo de producirse han retrasado, indefinida y eventualmente hasta la postración, muchos cambios necesarios. En paralelo, Ciudadanos sigue luciendo como puede en su tabla de windsurf, frágil pero ágil. Expuesta y desguarnecida la plaza de Pedro Sánchez en cubierta, y con gente muy pesada de chafardeo en los camarotes.
¿Hasta dónde llegará la podemización de IU?
¿Hasta dónde llegará la podemización de IU? ¿Hasta cuándo Podemos resistirá a Turrión? “Llamándonos a negociar, han querido domesticarnos”, arengaba entre aplausos. Traducción pedagógico-mediática de un sentimiento entre inmaduro e impresentable que, doy por hecho, no comparten todos: pidiéndonos que bajemos del monte y nos sentemos a una mesa han querido que dejemos de ser cabras.
El voto conservado del PP después de tanto, pues eso, una lástima.
¿Indignados? No, desolados.
José Luis Mora